PÚBLICO: Lo único que me gusta del famoso hospital es su nombre. Razones tengo. Es el único hospital que rinde homenaje a una enfermera en nuestro país. Ya era hora. Hay más de 800 en España y los nombres de mujer de esta lista son santas o vírgenes. Y tras intentarlo con honesta intensidad, se acabó la lista de virtudes si no eres constructor.
La lista de cosas que no veo claras es un poco mas larga. La comparto.
Idea original de China. Allí se pusieron a construir hospitales de la nada a toda velocidad. Seguro que necesitaban camas, quizá también lavar su imagen global tras el inicio de la pandemia. Nuestros sistemas de salud no se parecen ni tienen las mismas necesidades. O quizá si en lo de la necesidad de sorprender al mundo o de lavar imágenes. Puestos a innovar y sorprender, nadie se esperaría que se invirtiera ese dinero en investigación sanitaria. Eso si que sería una sorpresa.
Cien son bastantes millones. No tenemos muchos cien millones con lo que hay que pensar en qué se gastan. Es lo malo del dinero, hay el que hay, si hay. Cien millones da para construir un hospital de verdad. Por ejemplo, poco más de cien es lo que costará el nuevo hospital de Teruel, un hospital con quirófanos. La pregunta importante es si gastados de otra forma les sacaríamos mejor resultado para nuestra salud, dado que lo ponemos a escote, vamos, que no es un regalo de nadie.
Algunas de las cosas en las que nos los podríamos gastar y en las que parece que hay consenso a pesar de todo lo que ignoramos aun: invertir en atención primaria. La atención primaria necesita reforzarse, y no solo por la pandemia. La ciudadanía padecemos, sufrimos, de muchas otras patologías que hay que seguir tratando. Los equipos de primaria tienen que crecer para poder dar respuesta: personal administrativo que responda al teléfono y resuelva infinidad de trámites burocráticos, enfermeras que cuiden, psicólogos que refuercen a los equipos sobrepasados por el impacto emocional y que está disparando el consumo de psicofármacos o fisioterapeutas que mejoren la atención a problemas que siguen siendo muy muy frecuentes. Con estos apoyos los médicos, esos que dicen que no hay, pero que sin duda si hay, y vaya que si hay, tendrían más tiempo para hacer su trabajo.
Podrían gastarse en la red de salud pública, en los equipos de rastreo y seguimiento de contactos, que seguirán siendo tan necesarios como el primer día. En reformar los sistemas de información y la tecnología y en los equipos de personas que los manejan. Datos rápidos y datos fiables. Coordinación entre rastreadores, equipos de primaria, urgencias y hospitales. Que no te llamen todos la misma tarde o no te llame nadie en un mes.
Bien gastado estaría en reforzar la atención en las residencias de mayores. Informes como el de Médicos Sin Fronteras lo han denunciado. Son necesarios cambios estructurales en el modelo de atención a los mayores además de medidas urgentes para la pandemia, refuerzo de personal, formación o sistemas de protección. Los problemas estructurales, arquitectónicos y de modelo, siguen como están y los resultados serán los mismos que tuvimos, un desastre.
Y si hay que morir, en el hospital, en la residencia o en casa, que sea con dignidad, tras agotar todos los recursos, acompañado y sin sufrir. Esto vale oro, y no cuesta 100 millones.
Y si faltan camas de hospital, que puede, no digo que no, que pueden pasar muchas cosas. No se hacen en medio de la nada. Ampliar al máximo los hospitales que ya tienes, en los párkings o en los parques cercanos, te permite aprovechar al máximo sus laboratorios, equipos de radiología, quirófanos o la alta tecnología que no puedes tener duplicada y parada en un centro de uso ocasional. Un hospital tiene una organización endiablada, ampliar con un módulo nuevo no es fácil, pero inventar un centro de la nada requiere crear todos los circuitos de cero y que su personal se ensamble con la precisión de un reloj suizo. ¿Personal? ¿Ensamblado? ¿Qué personal? No hay mas preguntas señoría.
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