Trabajadores de la sanidad pública denuncian el ingreso de enfermos en unidades de otras especialidades

EL PAÍS: Con más de 3.000 camas cerradas en los hospitales catalanes este agosto, los trabajadores de la sanidad pública están comprobando las consecuencias de la falta de plazas libres para ingresar a los pacientes: colapsos en los servicios de urgencias y el deambular de los enfermos en busca de una plaza en la unidad especializada en tratar su dolencia. Ni siquiera Dani Sierra, el joven de 18 años que se convirtió en símbolo de la resistencia del Hospital de Bellvitge tras amotinarse en su habitación más de 10 días para evitar el cierre de la planta, se libró de convertirse en un paciente ectópico, aquellos ingresados en unidades que no corresponden a su patología.

Dani Sierra se amotinó en su habitación del Hospital de Bellvitge para evitar el cierre de la planta 


El hospital aprovechó el momento en el que Sierra estaba siendo intervenido de una fractura de fémur, tibia y peroné para cerrar la planta de traumatología en la que estaba ingresado. Cuando se despertó, tenía una cama esperándolo dos plantas más arriba, en la unidad de infecciosos. “En hospitales de tercer nivel como Bellvitge, la enfermería está especializada para atender pacientes complejos. No es lo mismo uno de nefrología que uno de traumatología. Andar con enfermeros y pacientes de aquí para allá hace que la calidad asistencial disminuya”, explica la delegada de Metges de Cataluña, Teresa Fuentelsaz. “Un enfermero de traumatología, que lleva muchos años en la unidad y está especializado en este tipo de enfermos, sabe cómo movilizar al paciente. El personal de otra unidad no está especializado en eso y puede hacerle daño porque no tiene la experiencia que tienen los de traumatología para moverlo”, ilustra una enfermera de Bellvitge.

Los trabajadores denuncian que, en verano, la acumulación de pacientes en unidades que no corresponden a su patología, se multiplica. “Esto supone mucho estrés para los trabajadores, sobre todo para las enfermeras. Todos tenemos conocimientos generales, pero según la unidad, requiere conocer unos protocolos específicos y lo de ir cubriendo agujeros en función de las vacaciones del personal, te obliga a formarte a marchas forzadas”, explica Mari Ángels Rodriguez, delegada de CC OO en el Hospital Doctor Josep Trueta de Girona.

Pese a que el Departamento de Salud insiste en que la saturación de las urgencias se trata de una “situación puntual” de los grandes hospitales, los trabajadores advierten de que se ha convertido en un “problema crónico” de los veranos. La realidad se impone a las planificaciones de los despachos y algunos hospitales, como Bellvitge y el Parc Taulí de Sabadell, han tenido que suspender el cierre de alguna planta e incluso reabrir otras ya cerradas. Fuentelsaz detalla como a finales de julio tuvieron que reabrirse cuatro unidades en Bellvitge y también, durante el fin de semana y ante la falta de camas de críticos, una docena de camas de la sala de reanimación postquirúrgica, que atiende a quienes salen del quirófano.

Las unidades de reanimación son otras de las salas afectadas por la falta de camas en planta. Precisamente, la incapacidad para drenar pacientes a las unidades de hospitalización tras las operaciones ha obligado a aumentar el tiempo que los pacientes pasan en reanimación. “Como no hay camas libres, la paciente se quedará 48 horas aquí y luego ya le daremos el alta”, explica un cirujano a la familia de una joven en el hospital de Sant Pau. En reanimación el horario de visitas se reduce a media hora dos veces al día y se disfruta de escasa intimidad. Excepto casos complejos, un paciente suele permanecer solo unas horas en la sala postquirúrgica.

La situación de colapso en los hospitales, denuncian los trabajadores, revierte también en el calendario de intervenciones programadas: ante la imposibilidad de pasar pacientes a planta, la sala de reanimación también se satura, lo que obliga a suspender intervenciones porque no hay plazas libres para ingresar al enfermo tras la operación. “Antes, los pacientes de una intervención programada ingresaban el día antes. Ahora lo hacen el mismo día y sin saber si tendrán una cama disponible al salir de quirófano”, explica un trabajador de Sant Pau.

Lo mismo ocurrió a principios de mes en el Parc Taulí de Sabadell. Un colapso inesperado de los quirófanos obligó a suspender dos intervenciones de prótesis de rodilla y reabrir una unidad. “Entre las operaciones programadas y las urgentes, se colapsó el quirófano. Tuvieron que bajar más camas de las habituales para reanimación para no tener a los pacientes en el pasillo”, denuncia la delegada de UGT en el centro, Montse González.

En el Doctor Josep Trueta de Girona, los sindicatos denuncian que también se han tenido que suspender intervenciones de cirugía pediátrica por falta de médicos. Los protocolos obligan a que sean dos los cirujanos que entren en el quirófano, pero en verano, cuando uno está de vacaciones y no se cubre la plaza, tienen que suspenderse las operaciones programadas. “Nos vendieron una alianza con el Vall d'Hebron para compartir estas intervenciones, que iban a contratar dos cirujanos más para el Trueta y vendrían médicos del Vall d'Hebron a hacer guardias. Pero aquí no vino nadie. La gente está muy molesta porque son niños que llevan más de dos años en lista de espera”, critica la delegada de CCOO.

El efecto dominó avanza sin freno por todos los servicios de los hospitales. Los sindicatos denuncian que, por la falta de camas, se colapsan quirófanos y urgencias. La saturación obliga a suspender operaciones programadas, lo que aumenta a su vez las listas de espera.

 

 

 

 

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