PÚBLICO: El Sistema Nacional de Salud es como nuestra casa. Una casa en la que sin duda habrá que hacer reformas. Cuando uno lleva viviendo mucho en la misma casa, en su casa, al final, tiene que hacerlas. No significa que no le guste, o que la quiera cambiar o vender. Sino que hay que ponerla al día. Estos días sabemos lo que significa casa, seguridad, propiedad...y desconchones.
Entre los desconchones y reformas habrá que entender que además de tratar a la ciudadanía con la máxima calidad habrá que hacerlo con mucha amabilidad, con mejores condiciones de alojamiento y hostelería. Que habrá que humanizar sitios duros como las UCIS o las Urgencias. Habrá que agilizar y simplificar muchos circuitos que no nos aportan nada y que nos marean mucho. Tendremos que esforzarnos más en la atención en el domicilio a personas frágiles por parte de los equipos de primaria. Y en el acompañamiento al final de la vida. Mejorar la atención comunitaria y las estructuras de salud pública para que no nos pille otro virus enloquecido. Debemos reorientar nuestra atención a la salud mental a una perspectiva de derechos y de recuperación de proyectos vitales. Habrá que trabajar en una enfermería con más autonomía y en equipos más multidisciplinares y horizontales. Tendremos que pensar eso de la medicalización de lo cotidiano y aprender palabras como desprescripción y telemedicina. Y desburocratizar. Hacer que la formación de los profesionales está por fin lejos de las manos de la industria, de las industrias. Muchas cosas a mejorar. Mejorar, no desmantelar, vender o privatizar.
Quien así lo entendió y se dedicó a desmantelar, vender y trocear acaba de ver su resultado. Un sistema al borde del colapso y en el que los supuestos beneficios del mercado casi nos matan. Porque esto del covid no es rentable. Está más cerca de ser una ruina, y cuando se huele a ruina los mercados huyen. A toda velocidad. Y queda lo que queda, la sanidad pública, solita.
Esto de la sanidad debe ser rentable, pero para los ciudadanos. En los Estados Unidos el negocio sanitario es muy rentable para los accionistas y dueños de hospitales. Tanto, que empezaron a expandirse por España y otros sistemas de Salud de Europa invirtiendo mucho dinero no solo en centros hospitalarios, sino en crear un estado de opinión favorable al modelo sanitario privado. Partidos, organizaciones empresariales y opinadores han comprado ese discurso publicitario de supuestas eficiencias y de colaboraciones público-privadas en las que al final, como en el monopoly, siempre gana la banca. Ha hecho falta esta pandemia para ver realmente que lo que necesitamos es más sanidad pública y mejor sanidad pública. Invertir en profesionales, en formación, en modernización, pero no en privatizar, desmantelar o malvender. No en dejar la responsabilidad a otros por un módico precio que además no pones tú. No en dejar que nuestra salud quede en manos de los que en realidad quieren nuestro dinero.
Mas allá de la batalla de las listas de espera, de los inviernos en las salas de urgencia, de la precariedad de los contratos, de la soledad de los profesionales rurales. A pesar de todo eso, tenemos una joya. Y una joya barata. En la que A día de hoy invertimos menos del 6% del PIB, entre dos y 5 puntos menos que el resto de nuestros socios y vecinos. Una joya que nos está salvando la vida a pesar de todo. Cuando pase esto, que pasará, repensemos el sistema, pero para mejorarlo, para prepararlo para la siguiente pandemia, que llegará. Un sistema de salud mejor, más ágil, moderno y eficiente, propiedad y responsabilidad de todos no solo de sus profesionales y gestores. Un sistema de salud universal sin dudas, que nos aporte salud y bienestar con calidad a toda la ciudadanía y gratuito, que no es lo mismo que gratis. Un sistema que pagamos entre todos para beneficiarnos todos, a sus verdaderos dueños, los que vivimos aquí, nos enfermamos aquí y nos morimos aquí.
No nos quedemos en los aplausos ni en el reconocimiento a los profesionales. Aplaudámonos a todos por haber construido durante décadas uno de los mejores sistemas del mundo. Pongamos orden en nuestra casa, hagamos las reformas que sean necesarias. No malvendamos la joya de la familia.
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