Sanidad catalana: ¿una cruz o muchas cruces?

EL PAÍS: La sanidad catalana, pública por supuesto, está en el centro de la polémica y del debate social. Lo último, cientos de cruces de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) en las plazas de Vic y Olot anunciando su muerte. Y un dime de que presumes… con la foto de todos los ex consejeros de Salud lamiéndose las virtudes y excelencias de “su” sistema en un ejercicio impúdico de autobombo.


La confrontación de posiciones toma cuerpo y asciende al magma político. En Cataluña, al inevitable macro desencuentro nacional y/o secesionista. En la palestra, intereses que superan lo médico, incluso lo sanitario y saludable, para devenir en arma arrojadiza socio-política y partidaria.
Paradoja instalada: ¿estamos ante el mejor o el más degradado sistema de salud? ¿O ambas cosas a la vez? Defensores a ultranza del sistema ‘mixto’ (público-privado, léase neoliberal), frente a la sociedad activa insurgente en defensa del carácter público-público de un sistema de salud.
Una reflexión necesaria y saludable: En época de crisis cierta, de penalidades notorias, nadie en su sano juicio “encarga” o contrata a un proveedor externo —no público y sí mercantil— un servicio que puede resolver con sus propios medios. Una familia pobre no gasta en comida de cátering; cocina sus propias lentejas.

Corrupción, listas de espera, derivaciones-privatizaciones, siguen ahí tozudas incomodando al Departamento y al ‘nuevo’ discurso y titular propios del neoconsejero Comín. Se diría que la Generalitat, Salud, y su empecinada acción político-economicista no tienen nada que ver con el desespero y la degradación en curso. Una ilustración: cualquier servicio de urgencias hospitalario.
Y “la culpa es del otro”. Paroxismo de la (des)información propagandista, del viejo truco redivivo de echarle el muerto a la administración de arriba. Que será el Estado o la UE, la Troika, o ese amenazante y austericida TTIP.

Así que utilizando sin rubor unas intimidades de náusea y vergüenza de personajes tan poco saludables como los señores De Alfonso o Fernández-Díaz, fanfarroneando con “cargarse la sanidad catalana”, han exacerbado la monocampaña que sostiene que no hay redención fuera de la independencia. Y aquí una imagen para este verano: la plaza de Vic cubierta por 200 cruces amarillas con el exabrupto. Estética aparte (sugerente de memoriales funerarios de guerras y holocaustos genocidas), las autoridades de la ANC, brazo ya exultante y explícito del independentismo unilateral, relanzan el mensaje en plazas y octavillas: “la culpa la tiene España” y “solo un tratamiento secesionista podrá curar el mal”. Como si los diversos partidos, que han gobernado Cataluña, y siguen en ello, no tuvieran nada que ver ni confesar en el desastre.
Esto tiene varias denominaciones, pero seguro que esa impunidad, error/horror premeditado con autocomplacencia, no van a ayudar a resolver la patología social en curso, infectada de miedo, resignación y autoinculpación.

Frente a eso, sectores muy activos y entusiastas de la movilización social estamos saludablemente en lucha democrática. Como decía, ¡UNA CRUZ!

Toni Barbarà es médico y miembro de Dempeus per la Salut Pública


 

Error. Page cannot be displayed. Please contact your service provider for more details. (2)