EL PAÍS: Cartas al Director: ¡Qué desgracia vivir en Guadalajara si tienes que ser ingresado en su hospital! Tengo la mala suerte de tener allí a mi madre, con 80 años, en el servicio de geriatría. Las instalaciones están viejas, descuidadas y rotas, teniendo al lado la estructura paralizada de un nuevo hospital abandonado a su suerte. Supongo que en todo ello algo tienen que ver los famosos recortes que nos ha aplicado la señora Cospedal a toda Castilla-La Mancha. Lo que hace unos años era un hospital bien equipado y con buenos profesionales se ha convertido en un almacén de enfermos atendidos mal y tarde.
En mi caso, mi madre no se puede asear porque hay una bañera (en vez de ducha) que no tiene grifería, el personal auxiliar que atiende a los ancianos que están solos los trata como si fuesen tontos y sordos que no comen ni toman medicación a no ser por los demás acompañantes que estamos con los nuestros, hay pañales con deposiciones dejados en las habitaciones con todas sus posibles infecciones para estas personas tan sin defensas, que han logrado que se los cambien después de pedirlo durante cuatro horas.
Aun así, aunque una parte del personal auxiliar no sea nada profesional, doy gracias a médicos y enfermeras por seguir cumpliendo con su trabajo dentro de tanta deficiencia.
Lo que hace unos años era un hospital de referencia nacional se ha convertido en poco menos que para la beneficencia con las supuestas pretensiones de nuestros dirigentes de mandarnos a la sanidad privada, cosa que no puede ocurrir dado el bajo poder adquisitivo de la población de esta región.— Mercedes Bernardo Santamaría.