Puerta de Hierro: Un Hospital de cuento

 EL PAÍS: El señor mono observa la luna a través del telescopio, sentado en su sillón. La noche se presenta oscura y el astro luce en toda su plenitud. Lucía se detiene a contemplar la imagen. No supera los seis años y parece un poco cansada. Agarra de la mano a su hermana, poco mayor que ella, que está ingresada en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda. Lo que ambas observan es el trabajo de cuatro artistas que en el último mes han decorado las paredes del centro. El objetivo, mejorar la calidad de vida de los niños durante su estancia en el centro médico.


Los hospitales se reconocen por el olor aséptico de los pasillos, los fluorescentes blancos y las sábanas ásperas. Todo es ajeno y produce rechazo, malestar, como si la pulcritud causara enfermedad. Las sensaciones se multiplican cuando el paciente es un menor. “El entorno hospitalario es muy agresivo, un niño no entiende por qué debe permanecer aquí”, explica Isabel Otero, supervisora del área de Pediatría del Puerta de Hierro. El proyecto trata de humanizar la planta de pediatría y de urgencias para evitar el “hospitalismo”, la ansiedad que se produce en los niños al sentirse en un espacio extraño en momentos en los que están especialmente sensibles.

La planta de internación ha sido decorada con diferentes oficios. Una florista, un dentista, un policía… Todos forman un pasillo de colores suaves, de burbujas de chicle y de flores primaverales. Los artistas, que forman parte de la Fundación Anouk -con sede en Suiza y sin ánimo de lucro- y en colaboración con Stavros Niarchos Foundation, utilizan colores armoniosos, lavables e inodoros. De esta manera, pacientes y pintores conviven durante todo el proceso. Los niños, ataviados con sus pijamas y algunos apoyados en el gotero, se entretienen observando como la imaginación de los creadores se expande por la pared.

Otero incide en la importancia del entorno en el tránsito de la enfermedad. “Padres, personal y ambiente influyen en el paciente”. La sanitaria señala la existencia de estudios que evidencias que un buen ambiente disminuye el tiempo de estancia hospitalaria. Así lo corrobora también Enriqueta Román, jefa del servicio de Pediatría. La doctora añade que no solo ayudan al niño, sino también a la tranquilidad de los padres, que “se siente en un entorno protector”.

Las dos profesionales han vivido la misma experiencia en otro hospital, en La Paz. Hace dos años, Carol Lumbardo, una de las artistas de la Fundación Anouk, participó en el proyecto de esa clínica. El mes pasado, en Majadahonda, dio las últimas pincelas a un gran libro, dibujado en la entrada de Urgencias, en el que se lee: “Érase una vez”. “Pretendemos que los niños sientan que se adentran en un mundo de cuentos”, explica entre el francés y el español. La suiza trabaja con tres compañeros más: Guillermo Ozon, Enmanuel Martin y Gregori Reti. Las paredes de dos hospitales más ya han pasado por las manos de los ilustradores: el Ramón y Cajal y el Infanta Sofía.

Entre los cuatro han conseguido arrancar las sonrisas de los 24 niños ingresados. El año pasado, el centro registró alrededor de 1.400 hospitalizaciones infantiles —la media de estancia es de cuatro días— y atendieron a más de 35.000 niños. La supervisora de Pediatría, Otero, explica cómo ayudan los dibujos a la hora de tratar a un niño. “La pintura es un modo de distracción, una manera de que fijen su atención en otra cosa que no sea la prueba que les estás haciendo”. Lumbardo, la artista, se ha esmerado en plasmar los cuentos clásicos para que los pequeños se distraigan jugando a las adivinanzas. Un gato con antifaz negro, un osito con una malla arácnida. Todo en favor de crear un entorno de fábula para que los niños se sientan como en casa.

 

 

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