PÚBLICO: El confinamiento no ha sido una experiencia fácil para las familias. No hace falta preguntar a las familias como vivieron el confinamiento. Las que conocemos, se mueren por contártelo. Se entiende. Quizá ahora, visto con cierta perspectiva, el relato puede resultar hasta televisivo, con sus altos y bajos dependiendo del nivel de agobio del día a día. De alguna forma las familias sienten que han hecho las cosas bien. Efectivamente, así ha sido, y no lo tenían fácil. Ironizando diremos que no contaban con experiencia previa en asuntos de confinamiento: o sea, en organizar la casa -fuera grande o pequeña-, para adaptarla a lo que se venía encima con hijos en casa y, algunas veces, con otros familiares a cargo.
La parentalidad responsable de las familias ha incluido un enorme paquete de funciones y actividades variadas y continuadas como, organizar el día a día del hogar, organizar, implementar y supervisar el estudio de sus hijos, salir a trabajar o teletrabajar, animar y dar apoyo, preparar actividades lúdicas, deportivas o de onomásticas, vivir el duelo… Todo ello combinado, en muchos casos, con la pérdida del empleo o la incertidumbre de perderlo, en un solo espacio y, como mínimo, desde el 14 de marzo, hasta el 21 de junio.
Vaya por delante: las familias merecen una tanda de aplausos y reconocimiento, sin duda. Merecen también algo más: todo el apoyo que necesiten para poder salir de esta. Las dificultades económicas a las que se enfrentan siendo importantes, no son el único problema. Sin entrar en toda la casuística relativa a los problemas generados o aumentados durante esta fase, muchos de ellos merecen un tratamiento en sí mismos.
Hay que tener en cuenta que el hecho de cerrar la puerta al iniciar el confinamiento y abrirla al finalizarlo, no es ni mucho menos una acción mágica que libere de los problemas. Entre otros, la violencia de género (60% de llamadas de necesidad de apoyo), el consumo de pornografía (en España un 61%, 50 puntos por encima de la máxima mundial).
Según los resultados de la encuesta online sobre uso de internet, videojuegos y juego con dinero online durante la pandemia por COVID-19 (IVJ-COVID-19) realizada por el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA) entre el 18 de mayo y el 30 de junio, se produjo un aumento tanto en la frecuencia de uso de videojuegos como en la de uso de internet durante el periodo de confinamiento. El 15,2% de las personas encuestadas empezó a usar videojuegos, además, el 7,2% de las personas jugadoras que respondieron la encuesta presentaban un posible trastorno por videojuegos según los criterios del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V), más elevado entre los encuestados menores de 18 años.
Internet ha presidido la vida en el hogar (un 60% según la OCDE) durante el confinamiento en términos económicos, laborales, de socialización, de entretenimiento, de acceso a recursos y de seguimiento de la situación. Así pues, no es raro que la utilización de las redes sociales en general, y en particular las que más utilizan los jóvenes, haya aumentado, tanto en el número de usuarios como en la frecuencia de uso. De hecho, según los datos del estudio "Apps y nativos digitales: la nueva normalidad" realizado por Qustodio (una aplicación pensada para el control digital en el hogar), los tiempos diarios de uso de las principales redes sociales han oscilado entre los 75 minutos viendo vídeos en youtube; los 71 minutos en tik tok o los entre 66 y 81 minutos en video juegos).
Son datos que merecen atención, especialmente si tenemos en cuenta que los tiempos de conexión a redes educativas son claramente inferiores a los dedicados a las redes sociales. Además, hay que considerar que los tiempos dedicados a la actividad educativa online, en sustitución de la actividad presencial, han disminuido de forma importante, según los datos de la encuesta realizada a 903 familias con hijos en educación primaria, en centros públicos y concertados realizada por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
Las charlas distraídas con los padres y madres en los cumpleaños también son clarificadoras y completan muy bien los datos de los estudios: durante el confinamiento las familias han sido conscientes de la necesidad de tomar el control de la actividad de sus hijos en internet en toda su amplia oferta: "cuando me quise dar cuenta estaba viendo vídeos de personas consumiendo drogas", "me di cuenta de que cada día quería estar más tiempo con los video juegos" "no había forma de lograr que dejará la tablet", "ahora no quiere salir, prefiere estar conectado" "creo que debería poner algún control en la tablet"…
Sí, saber donde están los hijos es importante, especialmente en estos tiempos de incertidumbre en los que colarse en las redes con intención de hacer daño es muy fácil. Los padres son quienes deben tener el control de la navegación en estas aguas tan simples de apariencia y tan complejas en lo que dan y en lo que quitan. Ese control incluye las normas sobre la edad de acceso y uso de móviles, tablets y demás instrumentos de acceso a internet, los momentos y tiempos para hacerlo, los lugares de acceso y a los que se accede, los controles familiares y en definitiva, la conciencia plena de que la educación de los hijos es un derecho y una responsabilidad de los padres, no de las redes.
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