EL PAÍS: La sanidad pública es uno de los servicios básicos que más ha acusado los recortes de la depresión económica. Con 8.869 millones de euros menos entre 2009 y 2013, su deterioro empieza a relucir en las encuestas oficiales sobre satisfacción ciudadana: incremento de las listas de espera, copago, externalización de servicios… En paralelo, y a pesar de la elevada tasa de paro y el empobrecimiento del país, el gasto sanitario privado crece. Tanto lo que gasta el ciudadano en servicios médicos —las pólizas de salud han ido aumentando a un ritmo del 1,8% estos años; casi dos de cada 10 ciudadanos ya tienen seguro de salud— como lo que destinan las administraciones a contratar con el sector privado.
Un informe del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (Idis), organismo financiado por grandes aseguradoras y operadores sanitarios, estima que el gasto sanitario público en 2014 ascendió a 1.219 euros per cápita frente a un desembolso privado de 531 euros. España cuenta ya con 7,27 millones de asegurados, excluidos los funcionarios que pertenecen a mutualidades (Muface, Isfas, Mugeju). “En términos absolutos, el gasto sanitario privado presenta niveles históricamente altos en el periodo de crisis económica, hecho que resulta de la desinversión pública”, analiza el documento.
La transferencia de los costes sanitarios por parte del Estado a las familias hace que se hayan alcanzado cotas nunca vistas. En 2012, últimos datos disponibles, los españoles habían invertido 28.064 millones de euros en pagar su propia asistencia, de los cuales un 74% fueron a parar a medicamentos, servicios médicos extrahospitalarios (dentistas, análisis clínicos, etc) y servicios hospitalarios. Otros 5.862 millones se desembolsaron en primas de seguros, con lo que la penetración del seguro privado supera ya el 18% y el volumen de primas ha crecido entre un 3,2% y un 4,4% cada año desde 2010.
“El acceso a los mercados de capital y préstamo ha sido difícil, lo que puede haber facilitado la concentración”, asegura Sergi Jiménez, profesor de Economía de la Universidad Pompeu Fabra e investigador asociado del centro de estudios Fedea. En su opinión, los beneficios son “de escala y control del mercado”. Ganar tamaño es una de las obsesiones de los grupos sanitarios. Paloma Alonso, directora del programa de Nuevos Modelos de Colaboración Público-Privada en el Entorno Sanitario de IE Business School, lo achaca a dos factores: “Por una parte, hacen frente a un sector asegurador que está más concentrado y con el que tienen menos capacidad de negociación. Por otra, necesitan ofrecer asistencia, docencia e investigación. ¿Se imagina un servicio de neurocirugía para 20 pacientes? Con mayor tamaño te aseguras un volumen de casos suficiente para tener determinados servicios”.
Una fuente del sector hospitalario añade que a más tamaño, más imagen de marca, mayor poder de atracción de profesionales (traumatólogos estrella, investigadores de prestigio, etcétera.) y facilidad para hacer inversiones en tecnología. Y apunta a que una posición dominante permitirá renegociar con las aseguradoras —a través de las cuales llega el grueso de sus pacientes—, que en los últimos años han estado “apretando” con precios muy bajos y han dejado sus cuentas de resultados “muy tocadas”.
DURA COMPETENCIA
El sector hospitalario aspira a plantarse cara a cara con el de las aseguradoras de salud, donde las diez primeras, encabezadas por Segurcaixa-Adeslas, Sanitas y Asisa, tienen el 81% del mercado. Para Enrique de Porres, consejero delegado de Asisa, esa concentración puede responder a que se trata de un sector “de alta intensidad de demanda que no deja de generar nuevas maneras de enfrentarse con la enfermedad, aplica nuevas innovaciones, y eso hace que los costes asistenciales crezcan y que las empresas busquen mejorar sus márgenes de eficiencia. El sector de hospitalización estaba muy atomizado y era desigual”.
Para Jiménez, el crecimiento del gasto sanitario privado “puede ser una respuesta a los problemas de acceso (listas de espera) a los servicios públicos o al menos al aumento de la percepción de que la calidad de los servicios públicos se ha deteriorado”. Coincide con ese diagnóstico el consejero delegado de Asisa: “Las restricciones presupuestarias han dado lugar a una situación de un deterioro funcional del sistema nacional de salud. Han aumentado las listas de espera y la percepción de que el sector público no invierte, ni innova en la medida que debería y el sector privado sí. Si el servicio público funcionara muy bien sería difícil tener una mayor penetración”.
Sin embargo, Iñaki Peralta, director de Seguros de Sanitas, matiza esa idea: “La sanidad privada sigue interesando al consumidor. Creo que los movimientos de los últimos años [la caída de gasto público] no han causado un aumento de la sanidad privada, no creo que sean vasos comunicantes, además, habría que analizar ese fenómeno en cada comunidad autónoma”.
UNA GRAN POLÉMICA
Desde la patronal de los seguros, Unespa, también aseguran que “el seguro de salud no se beneficia del empeoramiento de la sanidad pública”. Más bien lo contrario, afirman: “Reduce la presión a la que este se ve sometido. Las personas que acuden a un médico privado dejan de ir a un centro público. Su decisión alivia las listas de espera y acorta los tiempos de atención en ambulatorios y hospitales públicos, y, al mismo tiempo, aligera los gastos que recaen sobre el erario público”.
Unespa atribuye a los seguros colectivos la buena salud de las pólizas en plena crisis. “Es un beneficio social muy apreciado por los trabajadores. Por esta razón, las pymes han comenzado a emular una práctica habitual entre las empresas de mayor envergadura”, aseguran. Dejando a un lado la asistencia puramente privada, que pocos pueden permitirse, el segundo gran cliente del sector hospitalario privado es la administración pública, bien a través de conciertos sanitarios (por ejemplo para hacer pruebas diagnósticas o intervenciones de lista de espera), o mediante convenios singulares de vinculación (que hacen que un hospital privado atienda a una población determinada).
La corriente liberalizadora de los gobiernos del Partido Popular ha incentivado el trasvase de recursos públicos hacia el sector privado. En Madrid, laboratorio de la privatización sanitaria del PP, el Gobierno de Esperanza Aguirre duplicó el peso de la sanidad concertada en la región entre 2007 y 2010. Solo en 2012 gastó un 55% más en “asistencia sanitaria con medios ajenos” que el año anterior. Tanto Madrid como Valencia justificaban la cesión de la gestión a privados basándose en la mayor eficiencia. Algo que, tal como explica Fernando Sánchez Martínez, miembro del Grupo de Trabajo en Economía de la Salud y profesor de Economía de la Universidad de Murcia, sigue sin demostrarse. “No existe ninguna evaluación rigurosa, que no sea de parte o sin intereses de por medio”, afirma. “Hay un problema de opacidad. No se sabe qué hace cada hospital y las administraciones no tienen interés en evaluar el funcionamiento de los diferentes modelos. En realidad, hay más diferencias dentro de cada modelo de gestión que entre uno y otro”. Paloma Alonso, del IE, tira por el mismo camino: “Necesitamos una evaluación objetiva de resultados, que sea transparente, en esto siempre hay cierto sesgo ideológico, es verdad. Publicar comparaciones, con rigor”.
La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha bendecido las últimas fusiones en el sector sanitario privado. Sobre la última, entre IDC y Quirón, afirma que “las cuotas de mercado […] quedan lejos de ser preocupantes en el sentido de poder afectar negativamente a la competencia en el mercado”. En Madrid, en camas instaladas, el nuevo grupo ronda el 40% de la cuota de mercado de la asistencia privada de libre elección.
Sin embargo, la antigua Comisión Nacional de Competencia (CNC) sí encontró en un informe de 2013 numerosos problemas en los procesos de privatización de la gestión sanitaria llevados a cabo en las comunidades autónomas: poca competencia entre empresas a la hora de optar a los concursos, fallos en el control de la calidad de la asistencia, incentivos perversos para fijarse en los pacientes más rentables y desatender al resto… Como los investigadores en economía de la salud, la CNC lamentaba la falta de estadísticas públicas y de evaluación.
CAMBIOS EN EL SECTOR
Antes de las últimas fusiones, los grupos hospitalarios que lideraban el sector privado eran los benéficos, en manos de órdenes religiosas. San Juan de Dios, con 29 hospitales y más de 6.300 camas era el que tenía mayor cuota de mercado. Las Hermanas Hospitalarias, con 17 centros y 4.400 camas, le seguía de cerca. Ahora, el número uno del ránking hospitalario no tiene rival. Desde el año pasado es IDC-Quirón, la empresa resultante de la compra por parte de IDC salud del grupo Quirón (propiedad de la familia Cordón y Doughty Hanson, un fondo de inversión de Reino Unido). El grupo, controlado ahora por el fondo de inversión CVC Capital Partners, gestiona 44 hospitales con una cifra de negocio estimada de 1.700 millones de euros y tiene también la propiedad del grupo Ruber. Un 35% de sus ingresos procede de acuerdos con la sanidad pública. Sus inversores poseen participaciones mayoritarias en compañías de los sectores químico, industria, servicios o distribución en Europa, Estados Unidos y Asia.
Los movimientos de concentración o de crecimiento no se hicieron esperar en otros competidores. Vithas, el segundo en ventas, adquirió en mayo del año pasado el 70% del Hospital Medimar de Alicante y el grupo malagueño Xanit, la principal compañía privada de la Costa del Sol controlada por N+1 Mercapital. Atiende anualmente a más de dos millones de pacientes en 25 centros (12 son hospitales y 13 son centros de especialidades) y prevé consolidar su presencia, según un portavoz, “de manera orgánica o mediante adquisiciones”. Este año no han salido de compras, pero en 2016 inaugurarán un hospital en Granada de 30.000 metros cuadrados.
MODELOS DIFERENTES
El tercero de los operadores de la salud también ha vivido años de cambios. Asisa, que facturó 255 millones el año pasado (solo en su rama hospitalaria), es el mayor grupo español propietario de una aseguradora. Su modelo de negocio, el de cooperativa formada por unos 12.000 profesionales, hace que reinvierta el 100% de sus beneficios (de 160 millones en el último ejercicio). En la presentación de resultados del primer trimestre, su presidente Francisco Ivorra apostó por “seguir creciendo de manera sostenible”, para añadir nuevos proyectos a su activo, como un hospital en Guinea Ecuatorial o la apertura de centros médicos de diagnóstico en Casablanca y Rabat. En España abrió nuevas agencias y consolidó acuerdos con la banca y el Corte Inglés para distribuir sus seguros.
La expansión afecta a operaciones dentro y fuera de España. HM Hospitales adquirió hace un año el Grupo Modelo por más de 50 millones de euros y el Instituto Médico Integral, el mayor policlínico no hospitalario de Toledo. Sanitas protagonizó otra de las grandes operaciones de los últimos tiempos al adquirir, por 250 millones de euros, el 56% de la chilena Cruz Blanca, además de compras puntuales en España, como el hospital Virgen del Mar en Madrid por 1,8 millones de euros. “Analizamos de forma permanente las oportunidades de expansión que se pueden presentar en América Latina”, sostiene la empresa.
Vitaldent marcó el camino al iniciar, a finales de los 90, una expansión a base de franquicias. En los últimos años han surgido otras muchas clínicas dentales en el país como Unidental o CareDent, un nicho de negocio que apenas tiene cobertura en la sanidad pública. Las cadenas estéticas tuvieron su máximo exponente en la fracasada Corporación Dermoestética, y las oftalmológicas, como Baviera o Barraquer, se expanden con la crecente demanda de tratamientos y los avances tecnológicos.El consejero delegado de Asisa, Enrique de Porres, cree que el de las clínicas es un subsector que se tiene que ir normalizando: “Hay mucha oferta pero poco control de la calidad de los resultados y de la calidad de la actividad”. Y apunta a que la medicina va avanzando y con ella la atención sanitaria sin ingreso hospitalario. “La capacidad de resolver problemas sin necesidad de ingresar a una persona va a hacer que el índice de necesidad de camas disminuya. Eso hará que se vayan incrementando las unidades especializadas extrahospitalarias”. Un estudio publicado en junio por la Federación Nacional de Clínicas Privadas sobre el sector en Cataluña destaca que la facturación creció (2013) por encima del conjunto de la economía en todas las ramas salvo en odontología, y que los márgenes de beneficio mejoran