EL PAÍS: Son las 10.30 de la mañana de un viernes cuando el doctor Manuel López Santamaría se lava las manos, se pone las gafas y entra en el quirófano, donde un niño de nueve años está tendido en una camilla, tapado por una sábana verde. El pequeño está anestesiado, ya le han abierto el abdomen y varias cabezas se arremolinan en torno a su cuerpecito. El cirujano va a extraer un quiste que sospecha que puede ser una duplicación del duodeno. Enseguida comienza a manejar el bisturí. El niño está en buenas manos: el doctor López Santamaría realizó el primer trasplante multivisceral pediátrico de España, operación complejísima que en España solo se realiza en el Hospital Universitario La Paz.
En este centro, que ha cumplido 54 años, los facultativos siempre han sido pioneros y son la principal causa de que el centro hospitalario naciera siendo el líder de la sanidad pública española y hoy siga siendo el mejor valorado de todo el país por los profesionales sanitarios. También tiene puntos débiles: instalaciones antiguas y periódica saturación en las urgencias. Para que funcione, en el centro trabajan unas 7.000 personas. Además, es el único de España que coordina una red europea de hospitales por ser referencia internacional en cirugía pediátrica y es el que más patentes registra.
El 18 de julio de 1964, el dictador Francisco Franco inauguró la que entonces era la primera ciudad sanitaria del país coincidiendo con la fecha del golpe de Estado contra la República. Ese año se celebraron distintos homenajes a esos 25 años “de paz” tras la Guerra Civil; imposible no ver las reminiscencias en el nombre del centro. La novedad atrajo a los mejores médicos, como el ya fallecido Julio Monereo, que se formó en Reino Unido, Canadá y Estados Unidos y aterrizó en La Paz para ser su primer jefe de Cirugía Infantil. “Monereo abrió camino en este área, fue un referente internacional”, confirma el cirujano López Santamaría, que se formó con él. O Juan del Rey Calero -quien acaba de cumplir 90 años-, que tras investigar en Francia y Estados Unidos fue el primer jefe de servicio del hospital y creó escuela.
A la concentración de talento durante los primeros años se le añadió muy pronto -cinco años después- la facultad de medicina de la Universidad Autónoma (UAM). “La facultad supuso que La Paz ya no era solo un sitio para asistir a enfermos, sino que además integraba la docencia y la investigación, que es el culmen”, explica Vicente Pastor, catedrático de Medicina Preventiva en la UAM. Pastor, que también trabajó y se formó en La Paz, señala que el centro siempre fue “un hospital de pioneros”, con una de las maternidades más grandes del mundo y el primero del país en tener helipuerto.
La ciudad sanitaria se siguió actualizando a lo largo de los años gracias al impulso de sus profesionales. Francisco Javier Ruza, que trabajó allí de 1966 a 2010, lo explica así: “Cuando yo entré como residente se desarrollaron en el centro tres especialidades pediátricas pioneras, neurología pediátrica con el doctor Ignacio Pascual, cardiología infantil con el doctor Manuel Quero, y Alergia Pediátrica con el doctor Antonio Ojeda”. Después, el propio Ruza viajó por Europa y Estados Unidos para poner en marcha en 1976 otra unidad puntera del hospital, la UCI pediátrica, que dirigió hasta su jubilación. “En La Paz se ha practicado siempre una pediatría moderna y renovadora, gracias a la cual han venido a formarse aquí médicos de toda Latinoamérica y parte de Europa”, señala Ruza.
En los ochenta, el catedrático Vicente Pastor impulsó otra novedad, la división gerencia: “Ahora es normal que cuando llegas al hospital pases primero por el servicio de admisión, que es el que se encarga de enviar a cada paciente a su lugar correspondiente, pero antes no había una imagen completa del servicio. Y eso es fundamental para organizar un centro tan grande, compuesto por cuatro hospitales”.
El prestigio logrado durante estos 54 años se mantiene gracias a que los sanitarios son los mejor valorados, y los mejores estudiantes de Medicina -los médicos con los primeros puestos en el examen del MIR- suelen elegir hacer la residencia en La Paz. También se logra con su continua apuesta por la innovación, que se traduce en una gran cantidad de patentes. Y eso a pesar de que las instalaciones, en muchos casos, están obsoletas. “Lo que está por encima de las instalaciones son los profesionales, su inquietud académica e investigadora, y además muchos de ellos enseñan en la UAM, y ese nivel de exigencia se traslada a la atención al paciente”, dice Vicente Pastor.
Entre los hitos actuales, La Paz es el único centro de España que coordina una red europea de hospitales por ser referencia internacional en cirugía pediátrica. “Siempre parece que llamarse Smith es más importante que llamarse López, pero que España haya conseguido conseguir liderar esta disciplina a nivel europeo es muy importante”, explica Paloma Jara, coordinadora de esta Red Europea de Trasplantes Pediátricos. Un liderazgo que da fama a la sanidad pública española. “La red es una iniciativa apasionante, significa compartir el conocimiento de 18 hospitales de 11 países, los más importantes de Europa en este ámbito, para trabajar por los niños. Además, es la única de las 24 redes europeas que está dedicada a un proceso terapéutico complejo como son los trasplantes del niño. El aunar experiencias es fundamental, y también lo es que este hospital lidere ese proyecto”, añade Jara, que además de especialista en trasplantes hepáticos infantiles lleva 50 años trabajando en La Paz.
Otra de sus fortalezas es que, además de atender a medio millón de habitantes de Madrid, se ha convertido en el centro de referencia de todo el país para 26 enfermedades raras o procedimientos quirúrgicos complejos, que se evalúan a través de otros tantos CESUR (Centro de Servicio Unidad de Referencia). Se trata de unidades multidisciplinares formadas por facultativos de distintos departamentos que examinan los casos menos frecuentes. Cinco de estos CESUR están en el departamento de oftalmología pediátrica, que dirige la doctora Susana Noval. “Cuando surgen casos de niños con malformaciones congénitas en los ojos o tumores en la retina nos los mandan aquí, donde ya tenemos una experiencia en el tema, un apoyo institucional y todas las herramientas disponibles”, señala Noval. La doctora pasa por la colorida sala de espera donde varios niños esperan a ser examinados y sonríe a los pequeños. “Son patologías de las que se dan solo 30 ó 40 casos al año en España, por lo que un médico no las puede valorar correctamente si solo ve una cada cuatro o cinco años. Aquí, en cambio, hemos evaluado muchos casos, para lo que disponemos de un equipo compuesto por oftalmólogos, radiólogos, oncólogos, genetistas, cirujanos maxilofaciales…”.
Según Noval, la sección de oftalmología infantil es puntera “porque está en La Paz”: “este tipo de tratamientos no son posibles si no estás en un hospital acompañado por profesionales que trabajan en la misma línea con apoyo institucional, medios, excelentes sanitarios y una dotación tecnológica puntera”. Para todo ello es necesario que fluya la colaboración entre departamentos. Y en eso, las secciones pediátricas no se pueden quejar. “El hospital materno-infantil tiene una ventaja, y es que todo el mundo colabora con nosotros y trabaja por los niños. Para mí, es la joya de la corona del centro”, añade la oftalmóloga. Desde 1964, en el hospital han nacido más de 700.000 niños.
El director médico de La Paz, José María Muñoz, desgrana otras causas de este continuo liderazgo: “Los servicios de neurocirugía son absolutamente punteros, la cirugía maxilofacial es referencia, en todos los servicios médicos tenemos algún grado de especialización que justifica que vengan pacientes de otros centros”, explica. “También los médicos de todo el país nos mandan pacientes con enfermedades raras o porque tenemos recursos que no pueden tener en otros sitios”, añade. Tienen mucho prestigio la unidad de quemados, la de trasplantes, la de enfermedades tropicales y las urgencias quirúrgicas.
Mientras, la apuesta por la innovación del hospital se canaliza a través del instituto Idipaz. “Somos el hospital que saca más patentes en España, sobre todo para procedimientos de diagnóstico y tratamiento de los pacientes”, dice Muñoz. Además, tienen un programa de mecenazgo para que empresas y fundaciones colaboren en esta labor investigadora: el año pasado, la Fundación Cris Contra el Cáncer impulsó una unidad puntera que fusiona el tratamiento y la investigación del cáncer infantil, mientras que el fundador de Zara, Amancio Ortega, donó un equipo único en Europa para el diagnóstico y el tratamiento de esta misma enfermedad que permite obtener una imagen de alta precisión del tumor al mismo tiempo que se interviene directamente.
Todas estas cuestiones quedan reflejadas en los resultados del Monitor de Reputación Sanitaria, una evaluación independiente sobre la sanidad pública realizada a partir de 5.600 encuestas y 2.300 análisis de servicios clínicos: La Paz ha sido el hospital mejor valorado del país en sus cinco ediciones. “Todos los servicios de La Paz son de referencia nacional y el 75% de ellos son de referencia internacional, lo cual es un gran reconocimiento a su capital humano”, explica Vicente Pastor, de la UAM.
Para que todo funcione como un reloj es necesario que nada falle en la planta menos dos, a la que algunos trabajadores denominan ‘El submundo’. Allí se encuentran las dos cocinas (en las que trabajan unas 230 personas) y lencería, donde se distribuye la ropa para profesionales y pacientes. “Damos 1,5 millones de comidas al año y repartimos los alimentos cuatro veces al día”, señala Pedro Irisarri, uno de los tres jefes de cocina. “En cada jornada tenemos que elaborar 52 dietas distintas. Incluso hacemos croquetas caseras los martes que tienen fama de estar muy ricas”, dice este chef riojano que lleva 25 años trabajando aquí. El almuerzo se elabora por las mañanas y sobre las 12.15 se comienza a emplatar en una cadena en la que 15 mujeres, ataviadas con guantes y gorro, revisan cuidadosamente la tarjeta de cada paciente y llenan sus platos con los alimentos indicados: ahora pollo, ahora sopa, ahora puré. Los pacientes almorzarán sobre las 13.30.
En cuanto a la ropa, mueven unas 2.400 toneladas al año, entre trajes de enfermeros y médicos, sábanas, toallas y mantas. “Hay ciudades más pequeñas que este hospital”, dice Mario Rodríguez, jefe del área en la que trabajan 63 personas. “Movemos unas 900.000 prendas al año que se entregan en máquinas expendedoras y cerca de otras 100.000 que se entregan de forma directa”, añade. La ropa de las habitaciones se suele distribuir por las tardes porque hay menos jaleo. El hospital dispone incluso de un servicio de costureras para arreglar prendas y elaborar elementos más especiales, por lo que pueden reutilizar vestimentas con pequeños rotos que en otros centros tienen que tirar.
Las Urgencias es uno de los puntos del centro que más críticas recibe. Periódicamente, los sindicatos denuncian su mal estado, el hacinamiento de los pacientes e incluso “el caos” en el servicio y que los profesionales están al borde de su capacidad. Un paseo por las salas de Urgencias la pasada semana mostraba que las tres salas estaban al completo, con pacientes hacinados en camas pegadas y casi sin espacio para los familiares. “Estamos atendiendo a 600 personas al día cuando lo normal suelen ser 400. Y eso que todavía no ha comenzado el brote de gripe. Nos faltan recursos y personal. Varias enfermeras están de baja por ansiedad”, explica una fuente sindical que trabaja en el departamento. Desde el hospital señalan que este servicio tiene picos de actividad más alta, pero dicen que la situación es de normalidad.
La otra flaqueza son las instalaciones, que en algunos casos se han ido renovando pero en otros se mantienen tal cual, con más de cinco décadas a sus espaldas. Desde el centro reconocen que sigue habiendo zonas muy antiguas, pero esperan que ese problema se solucione con la remodelación que la Comunidad de Madrid debe empezar este año y prolongar durante la próxima década. “Es un desafío construir un nuevo hospital manteniendo toda la actividad asistencial”, aventura el director médico del centro.
En cuanto a la ropa que usan los profesionales sanitarios en La Paz, todo está mecanizado. Cada prenda tiene un chip que identifica de qué se trata (por ejemplo un pantalón, de color blanco, de talla m). La ropa sucia se manda cuatro veces al día en camiones a una lavandería externa. Cuando vuelve limpia y planchada, el personal de lencería la revisa, comprueba que está en buen estado y luego la pone en una percha individual que se introduce en un sistema de carrusel con cuatro cintas de dispensación. Desde dentro, parece un hilo infinito de ropa que se mueve enloquecida, como en una escena de la película ‘Metrópolis’. Desde fuera, cada sanitario llega con su tarjeta personalizada y la introduce en una de las cuatro máquinas expendedoras que están al otro lado de la misma planta: automáticamente salen las prendas que necesite. Los cirujanos, en cambio, tienen su propia máquina de dispensación de pijamas quirúrgicos (los de color rojo) para que siempre estén al lado de los quirófanos.
De vuelta al quirófano, el doctor López Santamaría continúa manejando el bisturí. “La mitad de los niños que han recibido un trasplante hepático en España han sido operados en La Paz, hemos hecho un millar. Y también hemos hecho aquí todos los trasplantes intestinales y multiviscerales infantiles, que son ya 107”, dice, orgulloso. El doctor, que quiso ser cirujano “desde pequeño”, ha desarrollado, a lo largo de sus 40 años de servicio en La Paz, innovadoras técnicas quirúrgicas de trasplante hepático, intestinal y multivisceral, entre otras muchas. “Hay que innovar constantemente para mejorar la seguridad de nuestros pacientes”, dice. Mientras opera, se arremolinan en torno a él otros dos cirujanos, además de enfermeras, anestesistas y tres estudiantes de Brasil y de Nueva Zelanda. Los cirujanos hablan con voz tranquila. De fondo se oye el pitido de una máquina que refleja las constantes vitales del niño. Al cabo de unas horas, confirman que todo ha salido bien. Otro paciente que estará agradecido para siempre a La Paz.
En 1964 había 360 médicos, se atendió a 21.700 pacientes y se hicieron 9.100 intervenciones. ¿En qué ha cambiado desde entonces? “Sobre todo en la manera de trabajar. La medicina ha evolucionado muchísimo, ya no son iguales ni las operaciones, ni la anestesia ni la reanimación. Ahora podemos tratar a muchos más pacientes [en 2017, 1.073.313] y hacemos unas 40.000 intervenciones quirúrgicas al año”, señala José María Muñoz, director médico de La Paz, un centro en el que ahora trabajan unas 7.000 personas, un millar de ellos, médicos.