EL PAÍS: En las facultades de Medicina, ellas son más que ellos. También en números absolutos. Según el Colegio de Médicos de Barcelona (COMB), casi el 55% de los médicos menores de 65 años son mujeres. Y entre los más jóvenes, los residentes, son el 65%. Pero esta proporción queda hecha añicos en el acceso a los altos cargos de gestión e investigación. El techo de cristal se mantiene, más o menos inalterable, pese al aumento global de la feminización.
Investigadores del hospital Clínic publicaron en 2015 un estudio sobre la demografía de la jerarquía médica que cristaliza la brecha de género. “Nuestros datos sugieren que la promoción interna de las mujeres doctoras ha aumentado a lo largo del estudio [se analizaron datos del hospital entre 1996 y 2008], pero en 2008, el último año del estudio, el 70% de los consultores y el 85% de los consultores senior, el nivel superior de la carrera profesional, eran hombres”, concluye el estudio. La investigación también revela que durante la época analizada, la calidad de los puestos de trabajo fue peor para las doctoras, pues más hombres obtuvieron puestos permanentes.
El estudio del Clínic, un hospital de referencia para 540.000 personas en Barcelona, constata la desigualdad de género en el acceso a cargos jerárquicos a lo largo de una década. Aunque el tiempo tiende a reducir esta brecha, la proporción de mujeres respecto a hombres fue más o menos estable durante el tiempo de estudio (alrededor de una tercera parte de los hombres). “Considerando el conjunto de doctores con posición jerárquica, la proporción de mujeres fue de 8,1%, 5,8%, 7,3%, 9%, 10,2% y 8,3% frente a 24,4%, 20,5%, 21,4%, 22,5%, 23,3% y 20,08% en 1997, 2000, 2002, 2004, 2006 y 2008, respectivamente”, apunta el informe.
Los datos del Colegio de Médicos de Barcelona, que recoge información del hospital Vall d’Hebron en 2012 y del Clínic en 2010, sigue exactamente la misma línea. En los cargos más altos de la carrera profesional en Vall d'Hebron, el 55% son hombres. En el Hospital Clínic, solo el 24% de los consultores senior eran mujeres.
Según el COMB, en el Instituto Catalán de la Salud (ICS), la gran empresa pública que aglutina ocho grandes hospitales y el 80% de la atención primaria en Cataluña, las diferencias son mucho más abrumadoras en el ámbito hospitalario: en el 86% de los casos, los jefes de servicio en los hospitales son hombres. En atención primaria, en cambio, los datos dan la vuelta: el 60% de los directores de equipo de atención primaria son mujeres.
“Renuncié a irme
fuera porque tenía
dos niños pequeños”
Con todo, la medicina catalana se escribe en femenino, también en los altos cargos de gestión e investigación. EL PAÍS ha hablado con cinco de los muchos nombres femeninos que destacan en la sanidad catalana. Ellas coinciden en que la gestión de la vida familiar y la falta de conciliación laboral están detrás del techo de cristal en la profesión.
La oncóloga Cristina Nadal es la número tres del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut). Es la directora del Área de Atención Sanitaria, la responsable de toda la parte operativa del sistema sanitario catalán. “Esta desigualdad pasa en general y es algo que me da mucha rabia. Yo soy workaholic [adicta al trabajo] y para mí esto es lo prioritario, pero es verdad que un puesto como este requiere estar dispuesto a irte a casa todos los días a las 10 de la noche”, admite la directiva del servicio público a este diario.
Nadal reconoce que ha tenido que lidiar con el doble estigma de “ser mujer y joven” en muchas reuniones en las que se ha visto rodeada de hombres. Agrega, además, que la conciliación laboral no existe. “Yo no la veo. Yo necesitaría tres vidas para hacer todo lo que tengo que hacer en el trabajo y en casa. Mi conciliación es tener un marido que me ayuda”, apunta. La oncóloga, que ha desarrollado además una carrera científica, rechaza la máxima de que las mujeres lo pueden hacer todo, pero tampoco cree que renunciar a algo sea un sacrificio. “Yo lo hago porque lo he decidido así. No es un sacrificio, es una decisión”, zanja.
La dermatóloga Susanna Puig lleva 20 años en la trinchera de la investigación biomédica para combatir los tumores de piel. Ha publicado decenas de artículos científicos y es jefa del servicio de Dermatología del Clínic. “Hay factores que limitan el acceso a cargos de importancia. Por un lado, el convencimiento propio. También que nosotras somos capaces de trabajar en equipo y, si es necesario, dar un paso al lado. Pero socialmente, se valoran más los estereotipos ambiciosos”, apunta. La perpetuación de que la responsabilidad familiar recaiga en la mujer complica todavía más el acceso a puestos altos. “Cargamos con gran parte de la responsabilidad de la familia. Yo renuncié a irme fuera porque tenía dos niños pequeños y una mujer con hijos toma decisiones basadas en la familia”, reconoce. Puig considera que el mundo de la investigación es más competitivo e incompatible con la vida personal.
La logística de Vall d’Hebron, el hospital más grande de Cataluña, está en manos de su directora médica, Ana Ochoa. La doctora reconoce que “falta mucho camino” para una igualdad de género efectiva. “Nosotras tenemos alta capacidad de trabajo pero menos capacidad social con la gente que trabajamos porque el mundo relacional se incrementa mucho de forma extralaboral y nosotras, cuando tenemos hijos, terminamos de trabajar y tenemos que ir a casa. A los hombres no les pasa esto”, asegura. Ella tampoco cree en la conciliación “a esas alturas” y admite que hay que renunciar a muchas cosas. El machismo, relata, también le ha tocado vivirlo “sobre todo en jefes de servicio de la vieja escuela”.
Una de las grandes ofensivas contra el cáncer de mama se libra en las consultas de Cristina Saura, jefa de la unidad de mama del servicio de oncología médica de Vall d'Hebron. Sus investigaciones le han facilitado una silla en las principales sociedades científicas del mundo. Apunta que la desigualdad de género también se genera porque las mujeres se frenan. “Nosotras nos autolimitamos porque tenemos otras prioridades. Dar un paso en tu carrera profesional conlleva ciertas dificultades logísticas porque significa implicarte también a nivel vital”, apunta. La clave de la conciliación, asegura, es optimizar el tiempo. “Yo no he renunciado a nada pero tengo que hacer un continuo ejercicio de balance y plantearme en qué gasto mis energías”, añade.
No hay sustancia tóxica, efectos en la salud y patología mental asociada de las que no esté al tanto Marta Torrens, coordinadora del Grupo de Investigación en Adicciones del hospital del Mar. La psiquiatra, también profesora titular de esta especialidad en la Universidad Autónoma de Barcelona, sostiene que la brecha de género está “en que todas las reglas del juego son masculinas”. “Ellos tienen a mandar desde un sistema piramidal y nosotras somos más coordinadoras. El problema es que tenemos que adaptarnos a sus reglas del juego y ahí ya pierdes energías”. Asegura que la cosa ha mejorado pero hay que estar alerta, advierte, para que “no vuelva atrás rápidamente”. “Ellos esperan que te comportes con patrones masculinos para mandar pero no podemos ponernos el traje del hombre porque nosotras no somos así, sostiene.