Honrar a los muertos con peluches

PÚBLICO: Cada uno honra a sus muertos y muertas como le da la gana. Hay quien lo hará rezando, otras personas lo harán brindando y otras sin grandes gestos externos, dejando para sí el recuerdo y homenaje a sus seres queridos. A estas alturas de la vida, hay quien todavía no lo entiende. Es el caso del director de ABC, Bieito Rubido, que en un artículo acre se mofa del homenaje de Estado a las víctimas del COVID-19 y al personal que trabajó en primera línea que tuvo lugar ayer.


Con el título El síndrome del peluche, Rubido trata en vano de burlarse del acto celebrado ayer, saliendo mal parado de ese intento y terminando por mostrarse al lector como el caricaturesco personaje en que se ha convertido. Mientras la mayor parte de la clase política de derecha aplaudía el acto, el director del periódico conservador afirma que "solo faltaron los ositos y las notas adhesivas para rematar la mediocridad del acto".  

La conclusión para Rubido es que, si no hay sotanas y rezos de por medio, no hay homenaje que valga. "Para algunos, rezar no está de moda; también los hay que no saben"... y los hay que sabemos pero hace demasiado tiempo que decidimos dejar de pertenecer a una Iglesia con demasiados pecados y delitos a cuestas y que, sencillamente, no creemos en ese dios que él adora. La diferencia entre Rubido y las personas como yo es que mientras él desprecia a quienes no besamos manos de anillos dorados ni continuamos con actitudes inmorales al amparo de un ave maría, nosotr@s dejamos que cada cual haga con su vida lo que le plazca.... incluso, honrar a los muertos, lo haga alegrándose por su muerte porque se va con un dios o lo haga con peluches, fuegos artificiales o bacanales para las que, por cierto, el informe de 1.200 páginas que revelaba orgías homosexuales con drogas y prostitución en el seno de la Iglesia católica confío que no sirva de inspiración.

Para Rubido el homenaje de Estado fue un "alarde de desprecio a nuestra cultura" y una "prueba de ignorancia histórica" por aquello de no poner al frente a un obispo, que ya disfrutó de sus fastos hace algo más de una semana, del modo en que le gusta a esta Iglesia católica, bien pegadito al rey y buscando el calor del poder. Ignorancia es la de periodista, que parece desconocer la aconfesionalidad de nuestro Estado.

No deja de ser curioso cómo gente de la calaña de Rubido se burla de quienes financiamos su religión porque, si fuera por los fondos que sus fieles disponen, la Iglesia tendría que limitarse a lo que realmente dictan sus catecismos. Sin embargo, dado que ansía más poder y gloria, sus representantes continúan queriendo normalizar sus privilegios al tiempo que imponen sus creencias. Hace demasiado tiempo que la Iglesia y sus adláteres, como el director de ABC, perdieron su vocación pastoral; ya no consiguen transmitir su fe evangelizando, quizás, porque las virtudes que predican no se acompañan de su correspondiente ejemplo... ni en el caso de la Iglesia ni en el de Rubido.


 

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