LA RAZÓN: Resulta imposible leer un fragmento del capítulo 26 del nuevo libro del doctor Julio Zarco, «Encuentros con el silencio» (editorial Desclée De Brouwer), y no emocionarse. Porque esta obra es una mirada interior, «no surgió con la intención de ser publicado, sino tras un momento complicado de la existencia». La Covid fue la gota que colmó el vaso a tres años difíciles en lo personal y en lo profesional en la vida del doctor.
-¿Cuál es el mensaje principal que quiere transmitir?
-La importancia del silencio, una cualidad del ser humano que olvidamos. Existe mucho ruido, estrés y poco tiempo para que el ser humano esté consigo mismo y cuando lo logra cambia la forma de ser y de estar en el mundo. En estos tiempos de pandemia es más imperioso si cabe que el ser humano vuelva a sus raíces, al silencio, a la búsqueda de uno mismo para poder tomar decisiones y afrontar situaciones difíciles.
-Tuvo Covid, ¿cómo lo vivió?
-Estuve dos meses y pico con una infección complicada. Fue un momento difícil, pero también de aprendizaje. Pasé revista a lo que había venido a hacer aquí. Para mí fue una escuela de silencio y de aprendizaje. Fue una experiencia positiva, ahora que lo puedo contar, pero de una dureza bastante extrema.
-¿Son suficientes las medidas restrictivas?
-Hubo bastante relajación este verano en todo el mundo. Ese respiro nos está costando caro. Esta segunda ola ha llegado antes por ese relajo del verano. Soy partidario de cuántas más medidas restrictivas y antes, mejor.
-En agosto afirmó que la pandemia ha venido para generar cambios ¿Ha cambiado algo más allá de los protocolos?
-Muchas cosas. Los sanitarios nos hemos dado cuenta de que sólo bajo un marco cooperativo se puede luchar y que se necesitan procesos de humanización. Una enfermedad infecciosa nos impide tocar a los pacientes o que los familiares puedan estar presentes, y esto no se había previsto. Hay que compatibilizar medidas de seguridad y humanización.
-¿Cómo habría que humanizar el sistema sanitario?
-No es que esté inhumanizado, hay sanitarios y hospitales que lo hacen muy bien, pero en general han olvidado su objetivo: mejorar la calidad de vida de los pacientes. Por eso es esencial formar en humanización, porque ¿cómo va a gestionar un médico el clima emocional de un paciente que va a fallecer si él no tiene resuelto este tema? El autoconocimiento hay que empezarlo en las universidades e incluso antes. En cuanto a los hospitales, han de ser centros amables, no sitios donde los familiares no encuentren ni la salida ni en donde se trate al paciente como un objeto. Hace dos años y medio creamos en el Clínico el primer comité de pacientes de un hospital, donde el ciudadano tiene voz y voto sobre su percepción de los cuidados que está recibiendo. Humanizar la asistencia sanitaria no es una moda.
-Hay bastantes pacientes en espera de una operación, ¿le parece humano que no les den una horquilla de tiempo y sólo les digan que no se contagien por si se les opera?
-Decir al ciudadano la verdad apela a la propia ética y cuanto más se le informe y explique mejor. No es humano tener a las personas secuestradas de la verdad aunque ésta sea muy dura. Karl Popper ya lo avanzaba: el ciudadano tiene que tomar decisiones y para ello tiene que tener información. Nos estamos alejando cada vez más de la filosofía de sociedad abierta. Cuando el ciudadano conoce la situación, se hace cargo del problema, si no se revela.
-Tras su etapa al frente de Semergen, ¿cómo valora la situación de atención primaria (AP) en esta oleada?
-Me preocupa. La Covid-19 ha sido un golpe tan fuerte que ha borrado prácticamente la AP. Están sin plantilla. La pandemia ha puesto en evidencia que no ha habido integración entre la AP y la atención hospitalaria. Hay que replantearse el modelo, algo que llevo diciendo desde hace 30 años. La AP tiene que reinventarse, integrarse atención primaria y hospitalaria, tanto en la pública como en la privada. Y para ello hace falta una reforma sanitaria para evolucionar la Ley General de Sanidad, en la que los grandes partidos políticos pacten a 20 o 25 años. Sin ese pacto será imposible llevar a cabo esa reforma. La Sanidad necesita hoy una reforma urgente, un Pacto por la Sanidad. Si eso no se produce harán un nuevo parcheo integrando áreas como que la AP sea gestionada por los hospitales como hacen en algunas CC AA.
-¿Qué opina de la huelga de médicos?
-El sindicato CESM ya publicó en 2002 o 2003 un informe en el que alertaba del grave problema demográfico de médicos. La gente se reía entonces y así nos va. Hay que hacer una redefinición de las plantillas. Como ciudadano, una huelga ahora, ya sea de médicos o de enfermeras, no creo que sea el momento, no es la imagen real de la profesión. Es verdad que hemos estado muy castigados estos meses y nadie se ha preocupado de nosotros. Las reivindicaciones son justas y pertinentes, pero como ciudadano creo que puede tener un efecto contraproducente ver a mi médico con una pancarta en vez de en mi centro de salud. No es hoy tiempo de huelga, aunque comparta las reivindicaciones. La inacción desde hace tres o cuatro décadas nos ha llevado a esta situación. Es como las residencias de mayores. Han fallecido tantos porque no tenemos un modelo sociosanitario.
-¿Hemos perdido la fe en los políticos con la Covid-19?
-Han perdido la credibilidad. La sociedad civil hoy no cree a ningún político. En política ha de haber ética, compromiso y compasión. La pandemia va a agudizar cambios importantes y bruscos porque nos estamos preguntando qué clase política tenemos y lo digo a nivel mundial, no sólo de España. Cuando tienes políticos que no tienen valores y que instrumentalizan el poder para su propio beneficio en vez de para el bien común se les puede llamar políticos, pero no lo son.