elDiario.es: Josefa no puede calzarse sola, ni ponerse los calcetines ni unas medias sin ayuda. Tampoco puede recorrer grandes distancias y subir una escalera se convierte en una odisea. Por las noches le cuesta dormir y pasa el día gracias a pastillas que le permiten sobrellevar el dolor. “Los días que tengo que tirar de cuatro tramadoles, a las cuatro de la tarde ya no soy persona porque estoy medio drogada”, explica. Tiene 61 años y hace uno y medio la pusieron en lista de espera para una prótesis de cadera que no llega.
Su historia se repite en miles de hogares españoles con diferentes patologías, necesidades y llamadas pendientes. Josefa forma parte de esas 742.518 personas que tenían indicada una intervención quirúrgica no urgente en el conjunto del Sistema Nacional de Salud, según el último informe del Ministerio de Sanidad, con datos a 30 de junio de 2022. De ellos, el 17,6% llevaban esperando entonces más de medio año, con esa operación metida en la cabeza y en el caso de esta mujer, también en las articulaciones. “Es desesperante. Mi rodilla lleva el mismo camino, porque se está resintiendo muchísimo y me empieza a molestar la otra cadera, porque como me duele la que tengo mal, la fuerzo”, lamenta.
“Hace cuatro años, cuando mi médico de cabecera me remitió al traumatólogo, ya me dijeron que necesitaría una prótesis de cadera, pero me mandaron probar varios tratamientos. Hace un año y medio, cuando me derivaron al HUCA (Hospital Universitario Central de Asturias) me metieron en la lista de espera con el preoperatorio hecho”, recuerda. Aquellas pruebas tenían validez hasta el 6 de diciembre de 2022. Quedaron en nada y se las renovaron automáticamente con un nuevo calendario, con el próximo 6 de junio en rojo.
Tras una de sus visitas a urgencias por los fuertes dolores que padece, su traumatólogo le dijo que la habían movido de la lista por una inflamación del globo ocular. “Les pregunté qué tiene que ver un ojo con la prótesis de cadera y no saben darme una explicación”, relata Josefa, que ha puesto una reclamación en atención al paciente y en el registro de la Consejería de Sanidad del Principado de Asturias. Mientras esa intervención llega, su esperanza está puesta en realizarse infiltraciones contra el dolor. Pero eso también supone una espera, y no es corta: “ocho o diez meses”.
En su último informe anual, de 2022, el Defensor del Pueblo hacía notar un incremento “notable” de las quejas recibidas por los retrasos para ser atendido “en consultas externas, pruebas diagnósticas e intervenciones quirúrgicas”. Los datos que facilitan las comunidades autónomas son los oficiales, pero no siempre muestran la realidad de la espera. Varias Consejerías han tenido que hacer frente a polémicas acerca de ese conteo. Por ejemplo, en Asturias, Podemos ha denunciado la existencia de “una lista de espera 'negra'” con 3.000 personas esperando a ser operadas tras haber rechazado ser derivados a un centro privado o concertado. El propio consejero de salud, Pablo Fernández, minimizó el problema asegurando que ya se advierte a los pacientes que rechazan la atención en estos recursos que “no podrán ser atendidos en el plazo previsto”.
La Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) advertía en un comunicado que “las listas de espera comunicadas oficialmente, que no siempre reflejan la realidad de las mismas debido a las sistemáticas operaciones de maquillaje, no han cesado de crecer”. De hecho, según los últimos datos disponibles, el pasado verano había más personas que nunca esperando una intervención. La espera media para una operación no urgente era de 113 días, con el 17,6% de los pacientes con esperas superiores a los seis meses; mientras las de consultas externas estaba en 79 días, con uno de cada dos ciudadanos esperando más de dos meses.
En Castilla-La Mancha, grupos políticos y sindicatos también han acusado al Ejecutivo de Emiliano García Page de “maquillaje” en las listas con un nuevo proceso automatizado que envía a los pacientes a los que no se puede citar en menos de 90 días a un buzón paralelo a la espera de día y hora.
En Polán, un pequeño pueblo de Toledo, vive Montse García-Rojas. En diciembre de 2020 se sometió a una doble mastectomía tras el diagnóstico de tres tumores en un pecho. Desde entonces lleva puestos unos implantes que sirven para preparar el tejido para la reconstrucción, estirando la piel e inyectando líquido debajo del músculo. Los protocolos recomiendan que estos expansores se lleven como máximo un año, pero ella ya lleva más de dos esperando por un quirófano.
“Me dicen que lamentan las molestias, pero que no hay quirófanos y que me operarán cuando me toque en la lista de espera. No me dan ni siquiera una aproximación, un trato mejor, para que yo pueda estar más tranquila. Necesito pasar página y no puedo. No puedo cerrar este capítulo”, explicaba en este reportaje.
En España, según la última 'Estadística de Centros Sanitarios de Atención Especializada. Hospitales y Centros sin Internamiento' había en 2019 siete quirófanos, públicos o concertados, por cada 100.000 habitantes. Si se añaden los privados, la tasa sube hasta las 9,8 salas. El dato es ligeramente superior al que recogía en 2017 un informe de Eurostat, en el que situaba al país como el segundo con más quirófanos, por detrás de Turquía, pero el undécimo por población.
“Lo que demuestra [la lista de espera para intervenciones no urgentes] es que están empezando a aflorar las personas no intervenidas durante las sucesivas olas de la pandemia y que el sistema sanitario no está demostrando suficiente capacidad para atenderlas”, indicaba la FADSP. El pronóstico de esta situación no es nuevo: la saturación del sistema sanitario con la pandemia, el aplazamiento de cirugías no urgentes y el retraso de pruebas diagnósticas supuso una situación de cuello de botella en la asistencia sanitaria.
En el caso de las cirugías, hay otro factor a tener en cuenta. Si en los últimos tiempos sindicatos, asociaciones científicas y expertos vienen advirtiendo de un déficit de profesionales médicos en Atención Primaria, en el Informe Oferta-Necesidad de Especialistas Médicos 2021-2035, que el Ministerio tiene de referencia, hay otra especialidad que se acerca a los mismos parámetros: anestesiología.
A Federico Puente, que tiene 70 años y vive en Alcobendas, Madrid, los problemas en su hombro derecho le llevaron al traumatólogo en enero. “Me mandó una resonancia y me la han dado para mayo de 2024”, señala en conversación con elDiario.es. Son 16 meses de espera en un momento en el que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso presume de encabezar el ranking de menores tiempos de espera de toda España. Según los datos de Sanidad, el tiempo medio de espera en la Comunidad para una consulta externa es de 51 días, frente a los 79 de la media nacional. Es de las más bajas, tras Euskadi (29) y Balears (50).
Sin embargo, en la misma tabla, encabeza una columna que mitiga ese supuesto éxito de gestión. Casi el 70% de las personas en lista de espera tarda más de 60 días en recibir una cita. Es la tercera comunidad con mayor tasa, por detrás de La Rioja (70,6%) y Canarias (87,1%).
A Federico le corresponde por cercanía el Hospital Infanta Sofía, donde considera que la situación es “denigrante” para los ciudadanos. “Cuando la doctora de atención primaria me da cita para el especialista me la gestiono yo por la aplicación y busco qué hospital me la puede dar con menos tiempo de espera. Voy unas veces a La Paz, otras al (Gregorio) Marañón... porque esperar a que te den cita en este hospital es morirte antes. Lo que pasa es que hasta que no tenga el resultado de la resonancia no me pueden poner un tratamiento u otro y si me la hacen en mayo de 2024...”, explica entre resignado y dolorido.
“Estoy bastante limitado, el brazo no lo puedo levantar, se me queda como muerto”, dice Federico, con un relato que coincide también con el de Josefa. “Sobre todo a partir de las seis de la tarde ya no soy persona”, afirma tras mencionar la medicación a base de corticoides que le recetó su doctora. Además, en su caso está también pendiente de una cita para un preoperatorio para una intervención por su estenosis, un problema de columna que le impide mantenerse erguido por el dolor. “En febrero me dijeron que me iban a poner en preferente, aunque todavía estoy esperando que me manden la cita. Pregunté y no estoy ni en el sistema, porque tardan meses en dártela y mientras tanto no figuras ni en la lista. Tengo asumido que si me toca este año, pues tan feliz”, dice.
“Uno de los mayores escollos de la sanidad pública es el de las listas de espera quirúrgicas y diagnósticas. Es un mal crónico de todas las comunidades autónomas, independientemente del color del partido que gobierne en ellas”, señalaba en su informe anual la asociación Defensor del Paciente. En él, la organización reconocía que “solventar el problema resulta una quimera, pero se podrían adoptar medidas de solución para corregir la situación, como adecuar el número de camas, quirófanos y medios diagnósticos a la demanda y renunciar a los planes de choque y a las derivaciones a la privada” que “a la larga ha quedado demostrado que no son suficientes ni funcionan”.
Antón es diabético tipo 2. “Al tener este problema, cualquier patología que en una persona que no tiene nada se podría considerar normal, en mi caso no lo es”, explica. Por eso, cuando en febrero de 2022 su oftalmólogo identificó que este gallego de 66 años tenía la córnea más gruesa de lo habitual y la tensión “un poco alta” en el ojo, le hizo en el mismo centro de especialidades una serie de pruebas y le derivó al hospital para una específica. La revisión con la oftalmóloga que debía evaluar su caso tras los análisis estaba programada para seis meses después, pero se fue retrasando hasta febrero de este año. Aún así, cuando llegó el día de la consulta todavía ni siquiera había sido citado para realizarse la prueba.
“La oftalmóloga estaba tan cabreada que tuve que tranquilizarla yo. Le dije 'ya sabes cómo está el SERGAS, no protestamos y pasa lo que pasa'”, recuerda Antón. Él sí protestó. El 1 de diciembre de 2022 había puesto una reclamación ante el Servizo Galego de Saúde, para la que recibió una respuesta automática: “Estamos trabajando para disminuir los tiempos de espera de nuestros pacientes para acceder a las consultas externas del Complejo Hospitalario por lo que, a la mayor brevedad, el Servicio de Admisión remitirá la fecha y la hora de la consulta programada. Lamentamos no poder darle una alternativa concreta en este momento”.
La doctora que le atendió este año le pidió entonces una nueva cita con carácter prioritario. “Me dijo que, por su experiencia, si íbamos a reclamar la anterior no iba a servir de nada”, cuenta. Unos días después fue citado, pero no tiene claro si por la petición original o la urgente. “Hay retrasos que son inexplicables. Tienes que andar poniendo reclamaciones; si no, te mandan a la privada. Como no es cosa de vida o muerte simplemente te van relegando”.