eldiario.es: Entrevista a Yo Sí Sanidad Universal, campaña de desobediencia contra la exclusión sanitaria por la cual médicos, enfermeras y auxiliares administrativos siguen atendiendo y se ejerce el derecho a la sanidad universal.
Juan Luis, Antón, Santi, Elena, Patricia, Irene, Marta y Marta M. forman parte de Yo Sí Sanidad Universal. Son profesionales sanitarios, usuarias del sistema de salud, activistas. No es fácil saber quién es qué. Se han organizado contra el Real Decreto-Ley 16/2012, que supone la exclusión de cientos de miles de personas del derecho a recibir atención sanitaria y el repago de medicamentos y de ciertas prestaciones sanitarias. Pero no simplemente para protestar, sino para inutilizarlo en la práctica a través de una campaña de desobediencia civil por la cual médicos, enfermeras y auxiliares administrativos siguen atendiendo y se ejerce el derecho a la sanidad universal.
“No se trata sólo de estar en contra, sino de construir una lucha sostenida y a largo plazo que tenga que ver con las prácticas y los saberes cotidianos de cada cual”, dice alguien en la entrevista. Si hoy en día nuestro mayor desafío es inventar prácticas políticas que sean al tiempo eficaces, duraderas y habitables, que estén vinculadas entre sí pero sin forzaturas, la experiencia de Yo Sí está repleta de sugerencias e inspiraciones al respecto. La versión completa de esta entrevista (¡fueron más de tres horas de conversación!) se publicará próximamente en su página web.
No sólo recortes, sino un cambio de modelo
Afirmáis que lo que está pasando no es un problema de recortes, sino de cambio de modelo. Explicádmelo.
Antón. Es evidente. No es que haya menos radiografías o menos cirujanos, sino que se han cargado el derecho universal a la salud. Ese es el cambio fundamental. Y así cómo ha habido una burbuja inmobiliaria, ahora habrá una sanitaria. Más rentable que la inmobiliaria, porque en la vida quizá te compres una casa o quizá no, pero al médico vas a ir por narices. Con lo cual todos somos clientes potenciales (unos más rentables que otros).
Juan Luis. El modelo de sanidad pública, que se consiguió por la lucha conjunta de la ciudadanía y los trabajadores del sector sanitario, garantizaba el derecho a la sanidad a todos los ciudadanos residentes en suelo español. Acceso universal, financiación pública, es decir, todos pagamos y todos financiamos, atención integral, global. Todo esto se vuelca radicalmente ahora con el Real Decreto y las medidas posteriores de privatización que se han tomado. La salud ya no es un derecho universal, depende de si estás asegurado o no. Vamos hacia un modelo público-privado basado en los aseguramientos y la beneficencia, que fragmenta a la población y agrava la desigualdad social.
Santi. El Real Decreto empieza diciendo que la asistencia sanitaria es un derecho de los “asegurados” en España y luego hace una lista de los asegurados: muy abierta y ambigua. Ponen, quitan, en cada Comunidad Autónoma hay personas diferentes, pero independientemente de quien esté y de quien no esté, ahora hay una lista. Y el derecho a la sanidad se define por el aseguramiento. Ahí está la clave.
Elena: La pueden mover más hacia aquí o más hacia allá, pero se ha puesto una raya. Y fragiliza a un colectivo como los migrantes sin papeles especialmente vulnerable y puesto en la picota en cincuenta mil temas.
Patricia. La crisis es la excusa. Hay que adoptar estas medidas urgentemente porque lo demanda la crisis. Lo legitiman diciendo que la asistencia a esas personas cuesta mucho y se lo tienen que pagar ellas. Y el objetivo es el negocio de las aseguradoras y de los bancos. El círculo de esta crisis-estafa se cierra: ahora los bancos ofrecen seguros.
Irene. Lo más triste para mí es esta regresión al concepto de “tanto dinero tienes, tantos derechos tienes”. Se rompen los avances hacia una ciudadanía más igualitaria, volvemos a hablar de clases sociales. Tú sí te lo puedes pagar, tú no y te mueres en la calle. Y no sólo lo dicen explícitamente, sino que lo aprueban en una ley.
De la resistencia a la creación
Algo muy llamativo e interesante de Yo Sí es que nace después de que se haya aprobado la ley que se combate. Es decir, no es un movimiento que lucha para detener algo, un movimiento de resistencia. ¿Qué implicaciones tiene esto?
Marta. Sólo nos queda construir, porque la ley no la podemos parar. Eso nos ha dado mucho sentido práctico: hay que construir sí o sí.
Elena. La sensación compartida de que el Real Decreto es inaceptable es el punto aglutinador. El documento de análisis del Real Decreto que hicimos transmitía eso con mucha fuerza de convicción: “esto es inaceptable”. Luego juntos hemos ido viendo qué se puede hacer, pero la potencia inicial es considerar la aprobación del Real Decreto como algo intolerable.
Antón. Yo Sí tiene dos ventajas muy grandes: nuestro proyecto es incontestable. Puedes preguntarle a alguien del PP, del PSOE o de la CNT, todo el mundo está de acuerdo. Hay un derecho fundamental que es la salud de todas las personas. De entrada, cuentas con una simpatía muy amplia y eso facilita la diversidad. La segunda ventaja es que se producen victorias. Normalmente, una lucha es palmar, palmar y palmar hasta que palmas del todo. Y esta no es así: el mero hecho de que un médico desobedezca y atienda a una persona que había sido excluida genera mucha satisfacción. Son muy raras las victorias y alimentan.
Marta M. Hemos conseguido decirles a muchos sanitarios: “podéis seguir atendiendo” y ellos han respondido positivamente. La idea de fondo que transmite Yo Sí es: “si nosotros desobedecemos, la ley se cae”.
Irene. Antes de Yo Sí había participado en experiencias que eran más de rechazo y de protesta. En el mundo prosaharaui, por ejemplo, donde se combina la política humanitaria y el rechazo de la política española. O en el movimiento estudiantil anti-Bolonia, en el que las acciones que se llevaban a cabo eran sobre todo de visibilización y denuncia. Todo esto está muy bien, pero a mí me faltaba algo. Lo que me engancha de Yo Sí es llevar a la práctica cómo quiero que sean las cosas. Se combinan las dos cosas: el rechazo del Real Decreto y la acción en positivo que dice “nos da igual que apruebes el Decreto, porque vamos a demostrar que la política la hacemos entre todos”
Desobediencia y responsabilidad
Explicadme más en concreto las formas de desobediencia.
Juan Luis. Por un lado, están los manuales para los grupos que pensamos que pueden desobedecer. Administrativos, usuarios y sanitarios, cada uno puede hacer algo. Para los profesionales sanitarios, el manual explica los pasos que se pueden dar desde que te llega alguien a consulta en los distintos niveles: primaria, especializada, urgencias. A veces se trata de aprovechar resquicios y otras veces se trata directamente de desobediencia. La persona puede elegir el riesgo, el manual presenta las opciones. También se dan alternativas: en la medicación, por ejemplo, dos o tres que se pueden usar. (Estos manuales están en permanente actualización. Puedes consultarlos en la sección “¿Qué puedo hacer? > Si soy profesional”)
Patricia. Y luego está la parte de los usuarios. Hemos formado grupos de acompañamiento: personas con y sin tarjeta sanitaria se agrupan para que una persona que ha quedado excluida pueda ir a su mismo médico, en el mismo sistema de siempre y en su mismo barrio. No se trata de generar un sistema paralelo, que sería insostenible y además mantendría esa segregación que el Real Decreto quiere crear. El acompañamiento consiste en ir al médico de siempre y convencerle de que desobedezca y atienda, explicándole cómo puede hacerlo.
Irene. De los políticos para abajo, aquí nadie asume responsabilidades nunca por nada. Una de las dimensiones del trabajo de Yo Sí es devolver esa responsabilidad y empoderar a la gente: “sí puedes hacer algo”. No todo depende de quien tienes por encima. Uno puede tener la sensación de que no es nadie, pero en realidad todos estamos sustentando esto. Una de las cosas que nos ha traído hasta donde estamos es el corte de la responsabilidad con lo que nos rodea. “Nosotros no hacemos política, no tomamos decisiones, no podemos cambiar las cosas”. Sólo ahora estamos empezando a cambiar el chip, pero hay que seguir incidiendo.
Marta. Así también entiendo yo nuestro nombre: “Yo Sí”. Yo sí puedo.
Santi. A través de la desobediencia, restauramos lo que debe ser. Nosotros no somos antisistema. El antisistema es el gobierno que se ha cargado la ley general de sanidad que decía que la atención sanitaria es un derecho de todo ciudadano residente en suelo español. Ellos han subvertido el sistema, no nosotros.
Lucha de narrativas
Decís que lo que se persigue con todas estas reformas es sobre todo cambiar nuestra mentalidad sobre el derecho a la salud. ¿Está calando ese cambio?
Santi. Los cambios en las leyes ayudan a cambiar la mentalidad porque las leyes transmiten ideas. En tiempos de crisis, sálvese quien pueda y el otro vale menos que tú. Que la respuesta a eso sea colectiva, personas con tarjeta sanitaria que acompañan a otras personas sin tarjeta para reivindicar juntos derechos que son de todos, es muy importante.
Marta. Algo muy simbólico: ahora, para que te reconozcan el derecho a la asistencia sanitaria, tienes que ir al Instituto Nacional de la Seguridad Social, que está asociado siempre a cotizaciones y a reglas laborales. Antes te daban la tarjeta sanitaria en el centro de salud y punto. Eso me parece peligroso, que la gente se acostumbre a ir a pedir un papel en el que te reconocen o no lo que antes era un derecho.
Elena. Es una práctica que pretende cambiar el imaginario social sobre la salud. Lo mismo que hablar de “aseguramiento” o decir “estos no cotizan”. Los imaginarios calan por la repetición de las narrativas. Nosotros tenemos que plantear una lucha de narrativas. Hablar por ejemplo de que el Real Decreto obliga a pasar por el INSS para que reconozcan el derecho a la asistencia sanitaria. No dejar que se diga tranquilamente “ahora hay que pasar”, como si fuese algo natural.
Marta M. Pero hay una resistencia muy fuerte, en el imaginario social las nociones de derecho universal a la salud y bienestar social están asociadas. La idea de un lugar donde la gente se muere de gripe porque no se la atiende aquí es todavía algo escandaloso. Quizá no en Gran Bretaña o en EEUU, pero aquí hay resistencias.
Elena. Es verdad: hay una política migratoria, una política sanitaria que intenta el fraccionamiento social, el individualismo, el todos contra todos, pero conservamos una parte humana y podemos interpelarla. Ana Mato recorta derechos tan tranquila porque se pone a distancia de la gente afectada. Nosotros lo que hacemos es poner el cuerpo, poner a la persona.
Antón. Yo querría precisar algo: no estamos defendiendo un derecho a la sanidad, sino un derecho a la salud. No sólo defiendo el derecho de mi vecino sin papeles a que le vea un médico. Defiendo mi salud. No sólo por cuestiones de salud pública (si alguien tiene una enfermedad contagiosa y no se puede tratar me puede contagiar a mí), sino también porque la salud es algo que no se vive de forma individual: si una amiga, un familiar, un compañero de trabajo está enfermo, yo lo sufro con él; si un porcentaje de la sociedad enferma y no tiene acceso a tratamientos adecuados, la sociedad entera lo padece. No sólo se trata del derecho de los excluidos, sino del derecho de todos a la salud.
Vivir la política
Algunos me habéis comentado que no habíais encontrado vuestro lugar para la acción política hasta llegar a Yo Sí, ¿qué os ha “enganchado” de Yo Sí?
Elena. El 15-M es algo que ha cambiado la percepción de muchas cosas. Creo que Yo Sí, sus maneras de funcionar, están fecundadas por el 15-M. Hay un tipo de voluntad de consenso y de inclusión en un sentido genuino que es puro 15-M. En Yo Sí no he sentido obstáculos para la participación, ni tampoco me he sentido juzgada. No sentía que tuviera que “dar la talla” ni nada parecido. Podía apuntarme a lo que quisiera, es una dinámica permisiva y genuina. Pero no permisiva en el sentido de “haz lo que te dé la gana”: estamos todos comprometidos en algo y nos exigimos unos a otros, pero hay un respeto por el tiempo y las posibilidades de implicación de cada cual.
Santi. Habitualmente uno se encuentra con grupos empeñados en luchar por lo suyo y en convencer a todo el mundo de lo suyo, supongo que es casi inevitable. Pero en Yo Sí es distinto. El hecho de que un grupo, convocado en primera instancia por gentes que trabajan el tema de migración, concluyera que lo que está en juego en el Real Decreto afecta por supuesto a los migrantes, pero es algo más profundo, esa seriedad y honestidad del análisis, ese ver más allá de lo propio, me atrajo muchísimo.
Anton. Hay una practicidad en Yo Sí que engancha bastante. En un espacio exclusivamente de debate se marcan mucho las diferencias ideológicas, pero si hay construcción las diferencias se componen y se liman, porque tenemos que hacer algo entre todos. No se trata sólo de debatir, sino de hacer y el resultado de lo que haces se ve inmediatamente. La gente tiene muchas ganas de poder hacer. No sólo queremos rechazar políticas, sino buscar soluciones, alternativas, hacer algo en el día a día. Así llegaremos más lejos que con manifestaciones, yo lo tengo muy claro.
Irene. Yo quería subrayar el rasgo de la descentralización. Yo Sí no es una campaña que hagamos nosotros. Al contrario: todas las ideas, las propuestas y el material que tenemos están pensados y diseñados para que cualquiera se los apropie, las adapte a su situación, las difunda y lo use como quiera. Este es nuestro planteamiento de base: haz lo que quieras con lo que te ofrecemos. Y, desde que empezamos hace menos de un año, han surgido 18 grupos de acompañamiento en diferentes barrios de Madrid y 8 en otras provincias. Cada uno aporta desde lo que sabe, desde donde está y desde el tiempo que tiene, sin filtros ni exigencias.
Apoyos cualitativos
¿Habéis participado en la marea blanca, cómo?
Antón. La conexión entre el Real Decreto y la privatización es evidente, son las dos caras de la misma moneda que es el cambio de modelo sanitario. Recuerdo una frase que dijo alguien en una reunión: “esto tiene pinta de limpiar la casa antes de venderla”.
Marta M. El desafío es participar en la marea blanca sin dejar de hacer lo que hacemos. Hemos buscado espacios de encuentro para dialogar, aprender y aportar nuestra experiencia. Hay cosas importantes que podemos aportar: por ejemplo, la idea de que no se trata sólo de estar en contra, sino de construir una lucha sostenida y a largo plazo que tenga que ver con las prácticas y los saberes cotidianos de cada cual.
Marta. Otra idea potente que puede aportar Yo Sí es la conexión con las usuarias. Ese vínculo se quiere hacer en la marea blanca, pero a veces no se sabe bien cómo. Sin los usuarios la lucha no puede salir adelante, pero no hay muchos movimientos donde esa alianza haya cuajado. Nosotros ahí podemos compartir nuestra experiencia.
Patricia. Nuestra idea del apoyo es cualitativa. Más que firmar comunicados, poner el logo o hacer envíos masivos, prestamos apoyos cualitativos, puntuales y concretos, como cuando fuimos a las vigilias de varios centros de salud a repartir pasquines contra el Plan Lasquetty con otros. Un apoyo cualitativo y positivo, que no sólo se base en confrontar enemigos comunes. Nos ha ido bien no meternos en madejas organizativas en las que terminamos hechos un lío, sino brindar apoyos concretos, puntuales, positivos, cualitativos.
Confluir para la protesta, descentralizar para la práctica
¿Cómo pensáis, si la pensáis, la posibilidad de una confluencia más amplia entre las distintas mareas contra la política general del gobierno?
Irene. Las experiencias como las cumbres sociales, donde hay mil mesas de debate y se intenta hacer confluir distintas iniciativas, son un poco abrumadoras. Ya me abruma contarle Yo Sí a una persona que no esté familiarizada como para ponerme a mezclar sanidad, educación, Canal de Isabel II, vivienda, metro, etc. La base de Yo Sí es la práctica. No sé muy bien cómo podría articularse algo que fuera masivo a ese nivel. Lo masivo funciona muy bien para visibilizar. La confluencia la veo más a nivel de visibilización y de protesta en la calle (como el 23F), pero no de construir o desarrollar prácticas. Aunar muchos temas y a muchos actores para algo práctico no sé cómo se hace. Ahí es mejor que cada cual vaya por su lado.
Marta. Yo lo de unirme por unirme... He trabajado en el lado corporativo de la comunicación y lo de buscar sinergias era la moda. Pero de ahí no sale nada. Es mejor tener muchos grupos desobedientes atacando cada uno por su lado que abordar desde un solo espacio la sanidad, la educación, etc. Todo el mundo trabaja contra el ogro, hay que confiar en los otros, en las otras mareas.
Marta M. Alguien de Yo Sí con una inteligencia práctica maravillosa dijo en una asamblea: “todos por todo no se puede; todos por una cosa a veces sí, pero todos por todo no lleva a ningún lado”. El mundo es de una gran complejidad y no se puede hacer todo desde un solo sitio. Es como si yo quisiera ser programadora, médica, traducir... Lo que sí se puede es generar transversalidades. Momentos puntuales de encuentro donde unos aprenden de las herramientas de lucha de los otros, puntos de contacto, cooperaciones concretas sobre cosas concretas.
Irene. A nivel de aprendizajes ya se confluye y es enriquecedor: vamos tomando cosas que hacen otros, por ejemplo, del Stop Desahucios o de los colectivos que trabajan con migrantes (la idea de los grupos de acompañamiento viene de ahí). Se actúa en confluencia en términos de visibilización, hay red entre todos los movimientos, aprendizaje mutuo e intercambio. Pero a nivel de construcción, entre tantos temas y actores distintos, no lo veo.
Antón. La independencia de nuestro discurso es muy importante, los posicionamientos han de ser cuidadosos y claros, es un gran riesgo para nosotros ser asociados a esto o lo otro, nuestra lucha es de todos y para todos, y así debe seguir siendo.
Santi. Yo sí pienso que hay que confluir, pero con objetivo claros, puntos comunes, demandas concretas. Nos sentimos uno con todas las mareas, pero ese sentimiento tiene que traducirse en objetivos y eso lleva su tiempo. Cuidado con las revoluciones desde arriba y las mini-vanguardias. Y cuidado con perder el sentido de la realidad. Si estás dentro de los movimientos parece que todo se mueve, pero si sales de la burbuja te das cuenta de todo lo que queda por hacer. Aún necesitamos mucha más masa crítica para el cambio.
Marta. Hay que estar construyendo y conectando, pero un momento de levantamiento general (como fue el 15-M) no se deja decidir por nadie. No te sientas y lo planeas. Uno se puede empeñar pero las cosas no suceden cuando uno quiere.
Elena. Se puede construir un discurso y que vaya calando en la sociedad, pero la construcción de subjetividad es otra cosa y va a largo plazo. La confluencia de mareas es una confluencia de manifestaciones, pero eso no es cambiar el mundo. Para cambiar el mundo hay que cambiar las subjetividades que te hacen ser afín a un sistema, la estructura social que cuaja en cada estructura individual. Una cosa es la unión de las mareas y otra es el cambio social.
Antón. El cambio social será cuando confluyan las mareas, no sólo los marineros y menos aún los capitanes.