EL PAÍS:
El hospital de Toledo, uno de los gigantes sanitarios paralizados por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la polémica política abría este martes sus puertas por primera vez a las cámaras desde que se paralizaron las obras. Fantasmagórico y silencioso, el armazón del complejo hospitalario lleva año y medio esperando a que los obreros vuelvan para terminarlo. Desde que el Ejecutivo de María Dolores de Cospedal decidiese paralizar la gran apuesta de su predecesor socialista por considerarlo irreal y desmesurado. Luego anunció que privatizaría parte. Cuando la piqueta cesó solo se había completado el 34% de la construcción, iniciada en 2007 y que iba a alumbrar un nuevo hospital para sustituir al obsoleto Virgen de la Salud, para toda la región.
En unos días, la Junta lo sacará a concurso: la empresa que se lo quede acabará la obra -- aunque no en las mismas condiciones, se estudia cerrar una parte-- y se adjudicará la prestación de los servicios no hospitalarios. El complejo es como una pequeña ciudad de la salud. Un proyecto “sobredimensionado”, según la directora de Infraestructura de la Junta, Amparo Carrión. “Una parcela de 341.000 metros cuadrados con varios edificios y una plaza que sería la más grande de la ciudad de Toledo”, criticó. Además, se han usado elementos de lujo, innecesarios cuando la finalidad del centro es curar”‚¬ , dijo Carrión, poniendo como ejemplo el uso de mármol y azulejos portugueses o el coste de los urinarios.
Críticas que, según Fernando Mora, portavoz de Sanidad del Grupo Parlamentario Socialista en la región, pretenden desprestigiar el proyecto para poder abordar mejor su privatización. “El hospital es de la misma dimensión que otros nuevos centros construidos en España. Y se proyectó también para ser un centro universitario, de referencia para toda la comunidad, que diera atención no solo a enfermos agudos, también a aquellos de larga duración. Era innegablemente necesario”, apuntó.