Redacción médica: Hasta bien entrada la década de los 2000, la mayoría de los profesionales de la salud españoles no había oído hablar del ‘mindfulness’. Ahora es raro el especialista que lo ignore ni el hospital o centro de salud que deje de utilizarlo. Se trata de un fenómeno que ha trascendido la barrera de los espacios sanitarios para ocupar un lugar preferente en los estantes de las librerías especializadas y de los grandes comercios en forma de libros, por lo que se deduce que ha penetrado en el corazón del ciudadano y, por ende, ha venido para quedarse mucho tiempo.
Esta práctica milenaria consiste en permanecer atento al momento presente sin emitir juicios de ningún tipo; se distingue de la meditación en que no requiere de ningún ritual ni disposición especial para ejercitarla y fue introducida en Estados Unidos y Europa por el biólogo molecular Jon Kabat-Zinn en 1979,
año en que fundó la Clínica de Reducción del Estrés en la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachussets.
En España, el ‘boom’ del ‘mindfulness’ acaba de tener lugar, aunque su simiente se remonta a no menos de una década, cuando comenzó a utilizarse en consultorios privados. Observaron una notable mejoría de su salud justo en aquellos casos donde las terapias tradicionales, como la cognitivo-conductual, no daban la talla. Y se lanzaron a aplicarla.
Poco a poco, el resto de médicos comenzaron a mirarla de reojo, y hoy no resulta extraño que neurólogos, oncólogos, cardiólogos y gastroenterólogos, entre otros especialistas, deriven a sus pacientes a cursos de ‘mindfulness’ impartidos por los servicios de Psiquiatría o por psicólogos contratados ad hoc.
En 1997, Kabat-Zinn dio a conocer sus primeros estudios sobre la aplicación del método de 'mindfulness' MBSR en enfermos de psoriasis con sorprendentes resultados (la atención plena combinada con el tratamiento de la enfermedad aumenta cuatro veces la probabilidad de que las lesiones de la piel desaparezcan).
Pero el punto de inflexión llega en 2000, cuando John Teasdale y Zindel Segal descubrieron la capacidad del ‘mindfulness’ para reducir las recaídas por depresión, patología de mucha mayor prevalencia que las anteriores: “La publicación, ese año, de los dos primeros trabajos donde ‘mindfulness’ previene las recaídas en el depresivo fue un hito para la sanidad, pues el 50 por ciento de las depresiones son recurrentes y se cronifican”, confirma para Revista Médica Joaquim Soler.
Por comunidades autónomas, las pioneras en aplicarlo han sido Cataluña, Madrid, Baleares y Aragón. Aunque existen toda clase de talleres y clases que lo imparten en el entorno sanitario de cualquier otra autonomía, en esas tres ha sobresalido una manera sistemática de llevarlo a la práctica en la sanidad pública, tal como han corroborado sus protagonistas a Revista Médica, que después ha ratificado esa impresión con profesionales del sector privado.
En el caso de la primera, la Unidad de Psiquiatría del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, donde trabaja el psicólogo Joaquim Soler, enseña ‘mindfulness’ desde 2000, aunque por entonces se hablaba de “habilidades de autoconciencia” y se integraba en otra terapia más sofisticada, la dialéctico-conductual, creada en 1993. “Lo medimos en seis casos antes y después de la intervención con resultados muy limitados pero que reflejaban
una disminución de los parámetros de distorsión emocional”, ha contado Soler a esta publicación.
En Baleares y en 2004, el biólogo Andrés Martín Asuero desarrolló el MBSR (del inglés: reducción del estrés basada en la atención plena) –el programa aplicado del ‘mindfulness’ original de Kabat-Zinn– con enfermos terminales en la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Joan March de Mallorca. “Medimos el malestar previo y posterior a la práctica de los pacientes con resultados satisfactorios y similares a los obtenidos en Estados Unidos”, asegura.
La otra gran referencia del MBSR en España corresponde a Beatriz Rodríguez, jefa de Sección de Psiquiatría del Hospital La Paz de Madrid que, en 2009, aprovechó una beca del centro para viajar a los dominios de su creador en Boston, donde se formó con él y regresó al año siguiente para implantar el mismo método con enfermos y profesionales. “Rotamos cuatro grupos todos los trimestres a razón de dos por la mañana y dos por la tarde; aparte, desde 2010, impartimos un programa de formación en la misma disciplina dirigido a futuros terapeutas residentes de Psiquiatría, Psicología y Enfermería no solo procedentes de La Paz, sino del resto de hospitales de Madrid e incluso de otros de Segovia, Guadalajara o Ciudad Real”, explica.
En cuanto a Aragón, la provincia de Zaragoza resuena en los oídos de los adeptos al ‘mindfulness’ porque, en los servicios de Atención Primaria de la provincia, el psiquiatra del Hospital Miguel Servet José Javier García Campayo lleva a cabo un estudio experimental con profesionales que ha entrado a formar parte del Programa de Salud Mental de la estrategia nacional en este campo asistencial.
De hecho, se trata de la única iniciativa que ha traspasado los consultas para llegar a los despachos, según corrobora Martín Asuero: “A pesar de haber crecido la fama de la práctica, carece de apoyo institucional claro; así como en Estados Unidos sí hay universidades y hospitales que han apostado por este modelo, en España solo se ha popularizado en los últimos diez años, y la crisis ha paralizado los fondos dirigidos a sanidad y formación continuada”, ratifica al tiempo que señala al Instituto Catalán de la Salud (ICS): “Los interlocutores con quienes me he entrevistado carecen de fondos para el ‘mindfulness’ o mantienen otras prioridades”, protesta.
Por esa razón, este biólogo ha creado el instituto privado que dirige como alternativa a la función pública a la vez que se ha apuntado a la oleada de publicaciones que difunden la enseñanza (‘Plenamente’, editado en 2015 por Planeta).
Su instituto se suma a diversos colectivos nacionales que desean potenciar el éxito sanitario del ‘mindfulness’ como la Asociación Española de Mindfulness y Compasión (Aemind), uno de cuyos fundadores, Vicente Simón, es conocido por las audioguías que ha elaborado para practicar en cualquier lugar, lo que constituye otra de las extensiones terapéuticas del fenómeno.
Para todos los profesionales consultados, el ‘mindfulness’ no obedece a una moda pasajera, sino a un recurso introducido en el campo de la salud por un prestigioso médico afincado en Massachussets cuyo testigo han recogido muchos otros tanto en su país de origen como en Europa. La razón de que su legado no haya traspasado las fronteras antes no solo se debe a la investigación aplicada por los profesionales de la salud mental; también ha contribuido a ello de manera decisiva la capacidad de la ciencia, por primera vez en la historia, de probar, con escáneres, que el ejercicio de esta práctica no solo produce modificaciones subjetivas en la persona, sino cambios visibles en su cerebro.
Ahora queda que los políticos españoles recojan el testigo de sus sanitarios e incorporen el ‘mindfulness’ a la cartera básica de servicios, pues sus beneficios son muchos y su coste casi despreciable. ¿Será 2016 la oportunidad de hacerlo para el nuevo gobierno nacional?