Redacción Médica: El médico se siente atado de ojos y manos al ordenador, y cree que está perdiendo el contacto más directo con el paciente. Los programas informáticos de prescripción y de consulta de la historia clínica le obligan a estar pendiente de la pantalla y restan tiempo para la exploración y para un diálogo valioso también para el diagnóstico. Vicente Baos, médico en un centro de salud de la localidad madrileña de Collado Villalba, denuncia “la infinidad de ‘clics” que tiene que ir haciendo el profesional ante el ordenador para cualquier acción relacionada con la atención.
Esta es una realidad que se encuentra diariamente en los centros de salud de toda España y que viene a agravar el problema de la falta de tiempo. Los profesionales han pasado de reivindicar hace una década 10 minutos al menos para cada paciente, a tener que plegarse a consultas exprés de cuatro, como han denunciado recientemente facultativos del Servicio Andaluz de Salud. Y lo peor es que ahora el especialista pasa la mayor parte de esos contados segundos mirando a la pantalla, navegando por programas informáticos que le exigen buena parte de su atención.
La solución, un buen reconocedor de voz
El propio Baos cree que tiene la clave para solucionar este problema: una buena tecnología que permita dictar al ordenador. Considera que mediante un sistema avanzado de reconocimiento de voz se liberarían las manos y los ojos del médico y podría explorar al paciente al tiempo que va pidiendo si es necesario pruebas diagnósticas, prescribiendo o haciendo anotaciones en la historia clínica.
En la Unidad de Innovación del Clínico recogen el guante. Su director, el cirujano Julio Mayol, ha explicado a este diario que “una de nuestras líneas es la de mejorar la interacción de los profesionales con el sistema de información. Eso, como en todo proceso de información, requiere cambios en el emisor, en el canal, en el mensaje y en el receptor. De hecho, el concepto de Google Glass nos venía muy bien para eso. Es algo en lo que seguimos interesados”, afirma.
Mientras que se da con la solución (y con la voluntad política que la implante), los médicos siguen atados a programas como el Diraya andaluz, que lleva una década acumulando quejas de los profesionales sobre su funcionamiento (también en hospitalaria), o su homólogo AP-Madrid, del que los facultativos denuncian habitualmente su lentitud (hay incluso una plataforma al respecto en Twitter - @AfectadosAPMad- ) y la cantidad de ‘clics’ que demanda. Como muestra gráfica el médico José Luis Quintana, en su blog ‘ATensión Primaria’, dejaba escrito en una entrada: “He echado de menos, en el módulo de prescripción un botón que desde aquí reclamo. Evita muchos ‘clics’ innecesarios, ante las permanentes alertas y advertencias”. El botón que él sugería indica un elocuente “Que sí, coño”.