EL PAÍS: Los contagios de covid entre jóvenes han vuelto a disparar la incidencia en España que, según las cifras publicadas por Sanidad el viernes, alcanza los 153 casos por 100.000 habitantes. Pero las consecuencias del repunte se presumen diferentes a las que han traído las otras olas de la pandemia. Para empezar, porque la vacunación está muy avanzada y, con el grueso de los más vulnerables inmunizados, la transmisión se centra en el colectivo de menor edad, que suele pasar la enfermedad de forma leve. Así, señalan los expertos, no se prevé un incremento masivo de hospitalizaciones y entradas en cuidados intensivos, aunque sí alertan de que el peso de la presión asistencial se trasladará de forma íntegra a la atención primaria, encargada de atender los casos leves.
Los centros de salud ya han empezado a notar la sobrecarga de trabajo por el aluvión de nuevas infecciones y avisan de que este repunte amenaza a un sector ya mermado por los recortes: lo urgente —la covid— vuelve a desplazar lo importante —el resto de patologías— y eso repercutirá en la atención sanitaria de la población, advierten.
Mari Luz Talavera, enfermera de atención primaria en el municipio de Caldes de Montbui (Barcelona), asegura que los brotes entre jóvenes están “desbordando” al equipo del centro de salud. “Hemos pasado de cinco o seis casos por semana hace un mes a más de 30 y 40″, explica la enfermera, que también es vicepresidenta del Foro Catalán de Atención Primaria (Focap). Y esta situación llega en el peor momento, señala: “Justo cuando empezábamos a abrir las agendas a más visitas presenciales, a realizar de manera proactiva el seguimiento de los pacientes diabéticos, con problemas de tiroides o con insuficiencia renal. Muchos de ellos llevan todos estos meses de pandemia sin controles ni seguimiento”.
Según el último informe del ministerio sobre gasto sanitario, en 2019, las autonomías invirtieron en atención primaria 9.874 millones de euros, esto es, el 14,2% del gasto consolidado (el total) del sector, y, según Sanidad, se trata de un 7,6% más que el año anterior. En 2009, sin embargo, el gasto en atención primaria superaba los 10.400 millones de euros. “Cualquier sobrecarga en una atención primaria ya precarizada se notará mucho. Los males históricos del sector se unen a la coyuntura actual”, apunta Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia.
Son varios los factores que vuelven a poner contra las cuerdas a la atención primaria, que lleva saturada desde el inicio de la pandemia, cuando hizo de muro de contención del sistema sanitario al atender el grueso de los casos leves. Por un lado, está el auge de contagios, que obliga a priorizar la atención a los enfermos de covid por los de otras patologías. Además, está al frente del rastreo y seguimiento de los positivos y del control de las residencias; y las enfermeras de atención primaria están asumiendo buena parte de la vacunación —que además ahora es masiva, no como en la tercera ola a principios de año—, así que a veces incluso tienen que doblar turnos para atender en los centros y pinchar dosis. Y todo ello, en pleno verano, con los equipos en cuadro.
“La consulta de patología respiratoria que realizan las enfermeras del centro de salud está siendo inasumible. Tenemos todas la sensación de ir desbordadas y que dejamos muchas cosas por hacer y acabar de resolver. Es un trabajo sin fin. Días sin descansar un momento”, señala Talavera. Las agendas se vuelven imposibles y conseguir cita en el centro de salud con el médico de cabecera, una odisea. “En mi centro de salud hay un nivel de trabajo altísimo, hay días que no has podido ni saludar a la compañera. Una médica me comentaba que había hecho en un día 70 visitas entre telefónicas, por internet y alguna presencial. Así no se puede trabajar con dignidad ni calidad”, protesta la enfermera.
El propio consejero de Salud catalán, Josep Maria Argimon, ejemplificaba este jueves en el Parlament la sobrecarga de los centros de salud. “Ayer [por el miércoles] me envió un mensaje por la tarde una persona que trabaja en un centro de Barcelona para decirme que la cola salía a la calle. Y lo que quiero que tengamos en la cabeza es que las personas que estaban trabajando son las que están vacunando. La gente ya está muy tensionada y al final, nos dedicaremos a vacunar o a diagnosticar. Todo no puede ser. Tenemos las manos que tenemos”.
En España hay 30.000 enfermeras y 36.000 facultativos (médicos de familia y pediatras) en atención primaria, según el Ministerio de Sanidad. Pero todas las voces consultadas coinciden en que el personal disponible en los centros de salud es insuficiente para asumir el aluvión de trabajo que se les viene encima. “Se prevén más casos y nos van a llevar más trabajo. Y lo afrontamos con plantillas que no se han incrementado porque ya hay bajas por jubilación, hay gente de vacaciones...”, señala José María Molero, portavoz de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria.
Armenteros explica que las ausencias vacacionales “no se cubren porque no hay gente para cubrirlos” y añade: “No hay recambio. Disfrutar de las vacaciones es a costa de que un compañero te cubra para que tú te puedas ir y viceversa. No habrá recambio y todo irá cada vez a peor”. El estudio Estimación de la oferta y demanda de médicos especialistas. España 2018-2030, encargado por el Ministerio de Sanidad, destaca la falta de facultativos en atención primaria, tanto pediatras como médicos de familia, y sus malas condiciones económicas. Entre 2010 y 2016, los médicos en atención especializada por cada 1.000 habitantes aumentaron en un 6% (1,9 por 1.000 habitantes) y los de atención primaria, apenas un 1% (0,76 por 1.000 habitantes).
La coyuntura actual, con la incidencia acumulada a 14 días entre veinteañeros y adolescentes disparada en 450 y 406 casos por 100.000 habitantes respectivamente, implicará una sobrecarga especial a los centros de salud. “No nos van a dar faena en cuanto al control clínico porque son casos leves sin enfermedades de base, así que el seguimiento y el control es más espaciado. Pero la realización de pruebas en ellos y el estudio de contactos duplica el trabajo”, apunta Molero. El portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales, coincide: “Es una población muy sociable y habrá que hacer un rastreo más amplio para que cubra a todos los contactos. Va a ser una sobrecarga según cómo se vaya incrementando en el tiempo. La situación es alarmante y crea incertidumbre”.
En lo que ya concuerdan los profesionales es en que el repunte de contagios y la presión asistencial en los centros de salud pasará factura. Sobre todo, a los pacientes, porque habrá muchas asistencias que se demorarán de nuevo. “Hemos tenido períodos donde hemos podido recuperar actividad y el control de muchas patologías crónicas. Pero estas actividades que pensábamos que íbamos a estar haciendo al 100% tras el verano se van a parar. El trabajo se va a centrar en el manejo de casos y contactos y a lo que tiene que ver con prevención y diagnóstico precoz, como los cribados de cáncer, le afectará”, apunta Molero.
Pero también en los sanitarios hará mella este repunte de actividad. “Necesitamos respirar y desconectar porque no trabajamos en una fábrica. Trabajamos con personas y con nuestra actitud tranquila y pausada podemos ayudar y cuidar más que con tanto estrés”, valora Talavera. Un estudio del Consejo General de Colegios de Médicos alerta de que un tercio de los facultativos tiene problemas para conciliar el sueño desde la pandemia, más de la mitad sufren fatiga o estrés y el 60% tiene síntomas del síndrome del trabajador quemado, que se presenta en forma de agotamiento personal, profesional y relacional. De hecho, un tercio se ha planteado dejar la profesión, aunque la mayoría admite que no lo hará.