EL PLURAL: Derrumbes de techos y roturas de tuberías, alarmas de incendios, cierre de áreas de reanimación, drástica reducción de camas, malestar generalizado por la precariedad laboral y desvío de pacientes a centros privados. Es el panorama actual de la Sanidad pública madrileña, cuyos detalles describen profesionales sanitarios.
Todos los trabajadores consultados por este diario coinciden en denunciar el deterioro de la calidad del mantenimiento de los hospitales y los centros de salud, un servicio que se ha privatizado en su mayor parte dejando en mínimos las plantillas de trabajadores públicos. “La limpieza también se ha privatizado y no hay nada más que ver cómo están los baños y las áreas de centros de salud y hospitales”, denuncia una médico de Atención Primaria, miembro de la Mesa de la Defensa de la Sanidad, que prefiere mantener el anonimato para evitar represalias.
"Los médicos a veces llegamos tarde"
Esta profesional denuncia que “las urgencias primarias no están funcionando. Filtran y filtran hasta que el aviso llega a los centros de salud. Los médicos vamos maletín en mano en el autobús a casa del paciente y a veces llegamos tarde, cuando ya no podemos hacer nada. Esto es así, está ocurriendo en Madrid todos los días”.
Ramón y Cajal
En el Hospital Ramón y Cajal, “de 790 camas disponibles sólo se utilizan 650, a pesar de que hay una larga lista de espera, porque se ahorran personal y lo usan como excusa para derivar pacientes a centros privados gestionados por IDC Salud [antigua Capio] o a la Fundación Jiménez Díaz, el Hospital La Zarzuela [Sanitas] o el Hospital Madrid. Lo sabemos porque los pacientes lo dicen a los médicos”, dice el portavoz de MATS en ese centro del norte de Madrid.
El Ramón y Cajal contaba con tres unidades de UVI post quirúrgicas, de Cirugía general, Cardiología y Neurología; ahora sólo hay una, con seis camas menos, con la consecuencia de que el número de personal es menor y menos especializado. “Ahora en el área de despertar está todo revuelto. Una enfermera tiene que atender a pacientes con diferentes patologías”, explica el portavoz de MATS.
Atravesar todo el hospital con pacientes recién operados
“Las unidades post quirúrgicas estaban antes junto a los quirófanos, pero ahora hay que atravesar en algunos casos todo el hospital con los pacientes recién operados, hasta llegar a la sala de recuperación y bajar en ascensores. Es el caso de Neurocirugía, que está en la sexta planta, mientras la UVI de recuperación, en la primera, por lo que hay que atravesar el hospital entero, con el riesgo de que el paciente, recién intervenido, pueda coger alguna infección”.
La Unidad de hospitalización de Endocrino se cerró, unas 20 camas, y ahora se distribuyen en otras especialidades. “En el Hospital Ramón y Cajal hay 482 profesionales menos”, según los datos de MATS.
“El servicio de mantenimiento se contrata con empresas privadas, que vienen cuando hay problemas y que no conocen las peculiaridades del hospital. “Hemos tenido una inundación, hace tres meses, porque se rompió una tubería de antiincendios, ya que la empresa contratada no sabía que estaba ahí. Se han caído varios techos en la unidad de Rayos de Urgencias, en los Servicios de prevención de riesgos, en Anatomía patológica, la UVI médica, la zona de quirófanos de Traumatología”.
Hospital Clínico
En el Hospital Clínico, este invierno, como ocurre en los últimos años, la situación ha sido crítica, como consecuencia de los errores en el aislamiento en una obra de restauración realizada en 2011, que costó 55 millones de euros, y que afecta a la amplia área del ala norte del hospital, ocho plantas en las que hay habitaciones de pacientes, quirófanos, la unidad del Ictus, Maternidad, Ginecología, Neurocirugía, Medicina Interna, Cirugía Vascular, Cirugía cardíaca, Cirugía general, Geriatría, Nefrología, además de consultas.
”No quedaron bien aisladas las habitaciones por lo que se cuela la temperatura exterior, el frío o el calor. En enero, con el viento y el frio, los pacientes se traían mantas de casa porque el hospital no tiene suficientes y las familias se traían hasta calefactores. “Los pacientes se metían en las camas con la ropa puesta antes de entrar al quirófano y los trabajadores trabajaban con guantes, bufandas y abrigos”, explica una profesional de este centro.
En cuanto el estado del hospital, “las goteras son continuas, se rompen tuberías, porque no hay un mantenimiento preventivo. Los trabajadores de ese departamento no tienen el material suficiente para hacer las reparaciones, por lo que se llama a empresas privadas. En 2010, había 139 empleados, ahora 77. En los sótanos puede verse todo el deterioro de las tuberías, y en el suelo, las baldosas levantadas”, explica la misma profesional.
"Según los datos del propio hospital, en cinco años, se pedieron 885 trabajadores. En 2010 había 1.343 enfermeras pasando en el año 2015 a 1191. De auxiliares de enfermería, se pasó de 1075 a 879, casi 200 menos", precisa.
La Paz
En el Hospital Universitario La Paz, un complejo al que pertenecen también el Carlos III y Cantoblanco se han perdido más de 100 camas. En el edificio de Maternidad, hay habitaciones que se han cambiado por despachos. Se colapsan las urgencias y las listas de espera son extensas, como pueden comprobar los ciudadanos, según denuncia el portavoz de MATS.
“Las labores de higiene y limpieza en general las lleva una empresa privada, Ferrosel. Y lo que vemos es que hay trabajadores que están de baja y no se cubren, lo que repercute en la calidad”, añade.
La Princesa
En el Hospital de La Princesa “se han perdido 130 camas, de un total de 564 que existían. Se han cerrado tres sectores enteros y unas 40 camas más. Hay colapso en Urgencias”, cuenta un trabajador del hospital.
“Los profesionales se retiran y no se sustituyen. Se contratan de golpe ocho o 10 enfermeras, durante 15 días, cuando hay una situación crítica”, afirma el portavoz de MATS.
“El hospital ha sufrido problemas gordos con el sistema eléctrico. Hemos tenido dos conatos de incendio, el último 19 de julio pasado, estuvimos al borde de la evacuación de los enfermos”, asegura el mismo profesional.
Según datos de la citada organización, “más del 50% de las radiografías se derivan y algo similar ocurre con las mamografías y ecografías. Y, sin embargo, el hospital cuenta con los aparatos necesarios, ecógrafos, rayos, mamógrafos, escáneres, que se podrían utilizar, pero están cerrados por las tardes. Prefieren derivarlos a empresas privadas”.
Contratos eventuales ilegales
Las estimaciones de las organizaciones que defienden la sanidad pública es que el 35% de la plantilla de los hospitales es temporal y hay casi 11.000 eventuales “en fraude de ley, pues sus tareas no son coyunturales, sino permanentes”.
“A los trabajadores se les renueva según el antojo de las direcciones y por el tiempo que le place a la Consejería, sin tener en cuenta criterios de igualdad, mérito y capacidad”, según denuncia MATS.
Por su parte, la Mesa de la Sanidad advierte de que “la precariedad laboral es absoluta. Se hacen contrataciones eventuales de manera ilegal, según la Unión Europea".