PÚBLICO: El pasado 9 de mayo, el día en el que la Unión Europea celebra la declaración Schuman de 1950, se publicó con mucha pompa el resultado de la conferencia de Europa. Todos los años la Comisión Europea intenta celebrarlo dorándose el blasón de lo participativa y democrática que es. En 2013 lanzo las iniciativas ciudadanas europeas un 9 de mayo, pese a que el sistema de recogida de firmas no estaba terminado y este 2023 ha aprovechado el proceso del la Conferencia para el Futuro de Europa (FoEC, por sus siglas en inglés) para hacer la enésima campaña en redes sociales para explicarnos la suerte que tenemos de vivir en Europa.
El proceso de dicha conferencia ha pasado bajo el radar para millones de europeos preocupados por los últimos coletazos de la pandemia, los precios del petróleo y electricidad y la consecuente inflación y la guerra en Ucrania. Pero para la Comisión Europea no era posible dejar escapar la oportunidad para explicar lo del estilo de vida europeo cuyo portavoz es el Comisario Margaritis Schinás.
La conferencia para el Futuro de Europa ha consistido en cientos de reuniones que incluyen: paneles de ciudadanos -donde había que inscribirse en una plataforma digital- y las tres instituciones comunitarias (Comisión, Consejo y Parlamento) con la participación de los parlamentos nacionales. La aguerrida ciudadanía, en condiciones de descifrar el portal digital, pudo hacer sus peticiones al rey (el rey en este caso es la triada comunitaria). Para seguir con la metáfora revolucionaria francesa, la plebe recibe el honor de exponer sus angustias y deseos y luego los tres estamentos deciden con algún invitado de honor (usualmente dependiente de los fondos europeos para su existencia) cuáles son los puntos realmente importantes.
¿Qué dice la gente?
Las recomendaciones del informe final refuerzan muchas de las reivindicaciones que aparecen regularmente en el eurobarómetro. Y es que tampoco hace falta ser el director del CIS para saber que millones de personas salieron hace 2 años a aplaudir al personal de la sanidad pública en los peores momentos de la pandemia.
Las recomendaciones sobre atención sanitaria y social que han surgido de la Conferencia sobre el futuro de Europa piden a la UE ofrecer un acceso igualitario y universal a una asistencia sanitaria asequible, preventiva, curativa y de calidad. Incluso hay demandas para que esta inversión se destine a apoyar la asistencia sanitaria y social pública y sin ánimo de lucro.
Por el contrario, las propuestas que la Comisión ha estado defiendo se orientan hacia la creación de un espacio europeo de datos sanitarios. Y curiosamente es la primera en la lista de medidas para reforzar los sistemas de salud pública. No propone la Comisión el incremento del gasto público, o la suspensión permanente de la gobernanza europea para el campo de la salud, o la creación de un fondo especial para evitar que miles de profesionales de la salud abandonen el sector cada año ¡no! Lo fundamental es un espacio europeo de datos sanitarios.
Según el texto de la Comisión ‘un espacio común europeo de datos sanitarios promoverá un mejor intercambio y acceso a diferentes tipos de datos sanitarios (historias clínicas electrónicas, datos genómicos, datos de los registros de pacientes, etc.), no solo para apoyar la prestación de asistencia sanitaria (el uso primario de los datos), sino también para la investigación sanitaria y la elaboración de políticas en el ámbito de la salud (el uso secundario de los datos)’. Y esto no tiene nada que ver con el clamor de las miles de personas profesionales de la enfermería y medicina que están en la calle desde Madrid a Helsinki en las últimas semanas.
Y como en esta vida no hay nada como controlar la agenda política 6 días antes de las conclusiones de la conferencia sobre el futuro de Europa, la Comisión hizo una propuesta de Directiva sobre… ¡El futuro espacio europeo de datos sanitarios! Cosas que tiene la gobernanza europea… y ahora a discutir de la necesidad de como compartir los datos entre estados cuando el uso transfronterizo de servicios sanitarios en la Unión Europea es ínfimo y donde ocurre (entre la frontera francesa y alemana, entre los países nórdicos, etc.) ya existen acuerdos de cooperación.
Tan solo tres días después, la Comisión publicó un estudio sobre la infrautilización de la posibilidad de usar servicios transfronterizos. En 2019 (prepandemia) el total de rembolsos en la Unión por uso de la sanidad de un estado por parte de un ciudadano de otra nacionalidad fue de 92 millones de euros, o sea el 0.01% del total del gasto sanitario. Pese a ello, en la Comisión siguen abogando por ese camino y no por crear criterios homogéneos que ayuden a mejorar la salud pública, como piden los ciudadanos (y se ve las demandas de la conferencia sobre el futuro de Europa), mayor cobertura sanitaria, mejores condiciones salariales, mayor protección de pacientes… todo esto parece que deberá esperar.
Una vez más lo que las instituciones europeas demuestran es estar al servicio de los intereses económicos y que las demandas de la ciudadanía son siempre para otro día. Para más inri, el parlamento, que quiere abrir un debate sobre la reforma de los tratados, tampoco es que esté mucho por la labor y no parece tener, al menos la mayoría de sus miembros, los intereses del personal sanitario como centro de sus preocupaciones. Para muestra, un botón. La semana pasada se abrió el nuevo comité sobre las lecciones de la pandemia y durante la primera hora y media de debate oficial ni un solo representante hizo referencia al personal sanitario, y eso que era el día internacional de la enfermería. Parece que las manifestaciones del personal sanitario van a tener que continuar vista la predisposición. Es hora de que se escuche a las miles de personas que están todos los días en centros de salud, en residencias, en la dependencia y se escuche como mejorar la salud en Europa, antes de que llegue la próxima pandemia.