EL PAÍS: Los médicos también enferman. La última huelga de facultativos de atención primaria cristalizó el hartazgo de los profesionales y sus consecuencias: la Administración admitió que la presión asistencial a la que estaban sometidos pasaba factura a su salud. El director del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut), Adrià Comella, le puso nombre a las dolencias: el burnout, el síndrome del trabajador quemado, que se caracteriza por desmotivación, ansiedad e incluso depresión provocado por el estrés laboral y la falta de expectativas. Que los médicos enferman no es nuevo y, de hecho, en ocasiones, las dolencias trascienden las causas laborales. Desde hace 20 años, el Colegio de Médicos de Barcelona (COMB) dispone de un programa específico y confidencial para tratar a facultativos con algún problema de salud mental o adicciones (PAIMM). El proceso terapéutico sirve para garantizar la seguridad de los pacientes y ayudar al facultativo para que pueda reincorporarse en el mundo laboral. En estas dos décadas, el PAIMM ha atendido a 3.000 profesionales.
“Los médicos estaban discriminados. Lo que veíamos es que cuando eran atendidos, llevaban más tiempo enfermos que la población general porque tenían más recursos para retrasar su atención. Tienen capacidad para automedicarse y la demora en pedir ayuda es mayor”, explica el doctor Eugeni Bruguera, psiquiatra y director de programas asistenciales de la Clínica Galatea, el centro desde el que se presta atención a los profesionales. Los médicos enferman con la misma frecuencia que el resto de la población, insiste Bruguera, y alrededor del 15% de los facultativos sufrirán una dolencia a lo largo de su vida.
En total, en el marco del PAIMM se han atendido a 2.790 médicos en 20 años. El programa asiste a unos 120 o 140 casos anuales y mantiene activas algo más de 500 historias clínicas cada año. El programa busca garantizar la buena praxis por parte de los profesionales, preservar la seguridad del paciente y rehabilitar a los facultativos para que vuelvan a la práctica clínica.
La confidencialidad es la clave del proyecto. “Cuando se concierta una cita, se les hace un cambio de nombre. Tienen un alias durante todo el proceso. El único que sabe su nombre es un médico colegiado”, señala Bruguera. El 95% acceden al programa de forma voluntaria. El otro 5% llega a través de “una derivación voluntaria inducida”. Esto es, acepta empezar a tratarse previa indicación o recomendación de sus superiores.
Según el grado de gravedad de la patología, los facultativos inician un programa de tratamiento ambulatorio o acceden a la unidad de internamiento temporal o al hospital de día, unos servicios de los que dispone la clínica Galatea. El cuadro de conductas adictivas es, según Bruguera, “los casos de más riesgo para la praxis clínica”, por eso el PAIMM aplica en estos casos un programa intensivo de asistencia y tratamiento. El 5% de ellos son los llamados “pacientes de riesgo”, con más posibilidad de recaídas y mal cumplimiento del tratamiento. Con este grupo se firma un contrato terapéutico que garantiza el cumplimiento del tratamiento.
Con todo, el 80% de las demandas son por trastornos mentales. “El colectivo médico tiene más riesgo de suicidio, sobre todo las mujeres. Esto está relacionado con la presión asistencial, el estrés del trabajo, etc.”, explica Bruguera. El otro 20% se reparte, en un 11% de los casos, en demandas por adicción al alcohol y, en el resto, por adicción a otras sustancias. “Los médicos tienen el mismo riesgo de adicción al alcohol que el resto de la población. Por otra parte, hay menos consumo de drogas ilegales, pero más consumo de las legales, como hipnosedantes u opioides”, agrega el responsable de la clínica Galatea.
Algunas especialidades tienen más riesgo que otras por las particularidades de su servicio. Por ejemplo, atención primaria. “Hay un alto porcentaje de trastornos adaptativos y aquí los factores ambientales son determinantes. Hay una evidencia de que la presión asistencial y el trabajo han hecho daño en la atención primaria”, justifica Bruguera. De la misma manera, los anestesistas, por ser un colectivo que trabaja sobre presión y acceso a drogas más adictivas, y los psiquiatras, son otros de los especialistas con mayor riesgo de sufrir algún problema de salud mental o adicciones.
En cualquier caso, el 80% de los médicos que inician tratamiento en el PAIMM acaban recuperándose y volviendo a su puesto. “El alta la damos cuando vemos una remisión total”, matiza Bruguera. El otro 20% puede seguir otros caminos: “Algunos ya van hacia la jubilación o, si vemos que la evolución no es la mejor y padecen trastornos cognitivos o no logran un control de la abstinencia, los acompañamos hacia la incapacidad permanente”, explica el psiquiatra.
La Fundación Galatea también ha puesto el foco en la prevención para evitar la entrada en el PAIMM. Talleres de gestión del estrés o destinados a mejorar la calidad de vida son algunas de las herramientas para reducir el riesgo de enfermar.