EL PAÍS: Lo que no cubre el interés general, económico o comercial, lo cubre el interés de los familiares. No les queda otra. Esa es la situación que envuelve a las enfermedades raras, aquellas que afectan a una persona por cada 2.000 habitantes. Los familiares de estos pacientes han aprendido que el asociacionismo es la única manera, o la mejor, de que Gobiernos, farmacéuticas e investigadores les presten atención. En la última década sobre todo, estas asociaciones han desarrollado una labor crucial no solo en recaudar fondos, sino también en hacer visibles las enfermedades raras, crear redes de apoyo a las familias que tienen un paciente de este tipo e, incluso, a hacer presión a los políticos.
Ignacio J. Molina, profesor e investigador de la Universidad de Granada y de su Centro de Investigación Biomédica. Acaba de conseguir una aportación, junto a José Luis García Pérez, de casi 120.000 euros en una convocatoria competitiva para investigar en tratamientos innovadores para pacientes con Ataxia-Telangiectasia, una enfermedad rara. Pero no lo ha conseguido de ningún ministerio, ni proyecto de la Unión Europea. Se lo ha concedido Actionfor A-T, una asociación inglesa de pacientes de esa enfermedad. En 1012, consiguió otra de algo menos de 100.000 euros de la misma procedencia. Pero no solo es dinero lo que Molina aprecia que le llegue de estas asociaciones. Aprecia, por ejemplo, que acercan los laboratorios a los pacientes. “En las enfermedades raras necesitamos cercanía a los pacientes y a sus familias, algo difícil por las propias circunstancias. Y eso es algo que nos facilitan muchos estas asociaciones”, explica Molina, quien resalta que conseguir un grupo de varias docenas de pacientes es tarea casi imposible si no se cuenta con estas redes de familiares.
Cuando aparecen los resultados, ya entran las farmacéuticas porque, como suelen tener utilidad en enfermedades hermanas, empiezan a ver rentabilidad
En la Fundación Síndrome de Dravet han conseguido recaudar en algo menos de una década entre tres y cuatro millones de euros, relata su presidente, José Ángel Aibar. Su última aportación a la investigación ha sido en especie. Han encargado a unos laboratorios estadounidenses que desarrollen unos ratones modificados genéticamente con el síndrome de Dravet. El último, dice Aibar, ha costado 35.000 euros. Un ahorro importante para el investigador que lo necesite: el ratón está a su disposición. Esta fundación diversifica, como todas, sus tareas. Cuentan con un programa de “respiro familiar” para ayudar a quienes viajan a recibir tratamiento y también están centrados en dar toda la visibilidad posible al síndrome. Para ello han creado Retodravet, un equipo solidario de deportistas que aprovecha sus participaciones deportivas para recaudar fondos y explicar sus objetivos.
Las asociaciones están conformadas por voluntarios pero su funcionamiento es muy profesional. La fundación Síndrome de Dravet, por ejemplo, tiene una directora de investigación que, por resumir, orienta todo el trabajo evitando que se pierda energía. En el caso de Ignacio J. Molina, no recibirá los casi 120.000 euros desde Inglaterra y adiós. Los recibirá, parcialmente, cada seis meses y después de justificar su actividad. Sean Kelly, director de Action for T-S, explica que su institución cuenta con un “un panel de asesoramiento médico multidisciplinario y de revisión por pares altamente calificado, además de un proceso de administración de subvenciones” premiado por sus buenas prácticas. Action for T-S ha recaudado algo más de 2,5 millones de euros en 8 años.
Recaudación institucional
La Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) puso en marcha en 2014 Precipita, una plataforma para “potenciar la divulgación del conocimiento científico... y ofrecer una nueva herramienta de financiación y participación ciudadana” a partir de la tendencia ascendente de mecenazgo que venía detectando, explican desde la institución. En estos años, la recaudación ha sido poco más de un millón de euros, que ha supuesto, cuentan, 12.000 euros de media para 85 proyectos que, previamente, se han inscrito en la plataforma. El perfil del donante es más frecuente: mujer con formación universitaria entre los 25 y 44 años. La donación media es de 59 euros para las personas físicas y 998 para las jurídicas.