Campanadas de esperanza

hoy.es: Ángel se enteró de que padecía leucemia el mismo día que cumplía nueve años. En vez de celebrarlo con sus amigos del colegio tuvo que someterse a una intervención quirúrgica de urgencia y permanecer los siguientes siete meses en aislamiento. Pese a este encierro, pese a todo, el niño no guarda los malos momentos, sino que rescata las amistades que generó en ese tiempo. «Cuando me tocó hacer sonar la campana di las gracias y lo dediqué a los compañeros que se han quedado atrás», cuenta, dimensionando que ese simple acto le fue privado a algunos de los otros pacientes que lo acompañaron.


En España aparecen 200.000 nuevos diagnósticos de cáncer cada año, y según ha constatado la ONG Músicos por la Salud, conocer que se padece esta enfermedad «asusta y deprime» tanto al directamente afectado como a su entorno más cercano. Además, al someterse a un tratamiento oncológico, los pacientes «necesitan un refuerzo psicológico positivo» para una recuperación más eficaz. Por ello, la ONG ha lanzado la campaña 'Campanas por la salud', en la que proponen instalar este instrumento de forma gratuita en todos los servicios de oncología interesados para que sean tocadas por aquellos que finalicen sus tratamientos.

«Tocar tres veces la campana por la salud es el mejor sonido para expresar la alegría de un paciente por haber finalizado su tratamiento», valora Teresa Viejo, una de las promotoras de la iniciativa. Y según la memoria anual de Músicos por la Salud, tocar la campana es una «nueva forma de revelar la felicidad de quien ha finalizado el tratamiento y, a su vez, transmitir esperanza, recordando al resto de los pacientes que se debe perseverar para superar el cáncer. Además aumenta la unión entre pacientes, acompañantes y personal sanitario, generando lazos que perduran».

La ONG precursora de las campanadas nació principalmente con el fin de acompañar y evitar que las personas enfermas se sientan solas durante sus tratamientos. Guillermo Giner, fundador de la causa, cuenta que «durante un año dormí en un hospital acompañando a mi madre». «A raíz de esta experiencia, me he dado cuenta de la necesidad de aportar mayor calidez a los espacios sanitarios y de la conveniencia de generar momentos de desconexión», explica.

Para ello creó 'Microconciertos participativos' cuyo objeto es combatir la soledad, aportando espacios para afrontar mejor los tratamientos a partir de la música. Mónica García, médico de la UCI, contó su experiencia al respecto: «Una paciente de 28 años estaba en coma vigil. Una violinista y clarinetista tocaron a los pies de su cama para ver si tenía alguna reactividad. Hasta ese momento no movía los brazos ni las piernas, pero cuando los músicos comenzaron a tocar vimos que su reactividad aumentó, moviendo la cabeza y brazos, como no lo había hecho antes».


 

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