Es lógico que, una vez mentada la bicha, se intenten desdecir-distanciar, sobre todo ante la proximidad de las elecciones generales y su expectativa de entrada en el Gobierno de España. Sin embargo, no mencionando un problema y mirando para otro lado no se soluciona. Eso es, exactamente, lo que hacen al respecto todos los partidos políticos. Pero, como la realidad es muy tozuda, el dilema está intacto: ponemos algún tipo de límite que racionalice y disuada del mal uso, o el abuso, de la asistencia universal y gratuita, o pronto se acabará el disfrute del Sistema Nacional de Salud, tal y como hoy lo conocemos.
Ponemos algún tipo de límite que racionalice y disuada del mal uso, o el abuso, de la asistencia universal y gratuita, o pronto se acabará el disfrute del Sistema Nacional de Salud, tal y como hoy lo conocemos
Estamos ante una verdadera emergencia nacional y en severísimo riesgo de perder la “joya de la corona”; pero, al no ser cómodo abordarlo porque despierta sensibilidades y fantasmas intocables, casi nadie lo afronta. Este asunto hace ya tiempo que pasó desde lo político a lo económico y hoy es, casi exclusivamente, matemático.
Factores en liza
La atención sanitaria es muy cara, la tecnificación es imparable, las demandas de la población son cada vez mayores, la expectativa de vida se ha alargado, la cronicidad ha aumentado mucho, la inmigración es una realidad irrefutable, la formación de los profesionales es larga, compleja y sofisticada, la muerte es el gran tabú actual y la ciencia médica empieza a ser “víctima de su éxito”, a pesar de que la inmortalidad nunca fue su objetivo.
En el contexto apuntado, pretender que todo siga igual, sin asumir cambios, aunque puedan ser incómodos y cuestionados, es tanto como intentar la cuadratura del círculo. ¡O se limitan las prestaciones o se necesitan más recursos!
¿Podemos prescindir del ejército, de la policía, de los tribunales de justicia, de la enseñanza estatal, de la cobertura del paro, de las pensiones, de la dependencia?
Es cierto que existen posibilidades de lograr una mayor eficiencia: mejor fiscalidad, más concienciación y racionalización de la demanda, autoresponsabilidad y autocuidado, educación sanitaria, etc. Pero nada de lo anterior se consigue de hoy para mañana, y el Sistema Sanitario es ya “inSOStenible”
Servicios públicos no totalmente gratuitos
Habrá que ir valorando la garantía y la seguridad del servicio sanitario y no, exclusivamente, la gratuidad universal.
¿Estamos dispuestos a volver a la antigua Beneficencia?: medicina estatal para todos y gratuita, escasa de recursos y que llegue hasta donde pueda, con la mejor intención, “facere bono”, hacer el bien… Beneficencia. Terminarían acudiendo a ella sólo quienes no pudieran costearse una cobertura sanitaria complementaria (privada). Vuelta al pasado, con una medicina para pobres y otra para ricos. Administrar aquello de lo que se dispone, con criterios éticos y justos, auxiliando a todos, pero sin garantizar a nadie la calidad y la excelencia a las que estamos acostumbrados.
¿Acaso no son servicios públicos Correos, ADIF, Metro, Transporte urbano de superficie, Recogida de basuras?… ¿Son, por ello, total y absolutamente gratuitos? Habrá que ir valorando la garantía y la seguridad del servicio sanitario y no, exclusivamente, la gratuidad universal. En ese debate tendrán que entrar quienes gobiernen y también los que, quedando en la oposición, cuenten con una opción real de obtener el poder.
¡Ojo!: las personas en situación de exclusión social siempre estarían al margen de esa pretendida tasa general (algo parecido al sello postal).