eldiario.es: Han pasado ya seis meses desde el pico de la primera ola de la pandemia en Euskadi, que se registró entre finales de marzo y principios de abril. Aunque en algunos momentos de agosto y septiembre ha habido más contagios diarios detectados, las autoridades sanitarias vascas reconocen ahora abiertamente que las estadísticas de entonces no eran realistas, algo que nunca se admitió. Si el pico fue de unos 700 contagios como máximo ahora se asume que, en vista de los estudios serológicos, debieron ser hasta cinco veces más, hasta 3.500 enfermos cada jornada, la mayoría encerrados en sus casas sin prueba PCR. Ahora, un informe interno enviado al Parlamento Vasco por el Departamento de Salud a instancias de EH Bildu reconstruye la realidad de aquellas jornadas en las que algunos de los hospitales más importantes estuvieron a punto de llegar al 100% de su capacidad, Vitoria se quedó sin ambulancias y las Urgencias quedaron "tensionadas a límites extremos".
"Posiblemente, sin las medidas de aislamiento de la población, el pico de 1.809 personas hospitalizadas podría haberse duplicado en cinco días alcanzando las 3.618. Aunque este escenario era uno de los contemplados en los planes de contingencia, también es cierto que habría sometido al sistema público de Salud a una situación extremadamente crítica", se puede leer en este documento. Se da la circunstancia de que todavía los días 13 y 14 fuentes del Gobierno vasco y el propio portavoz del Ejecutivo, Josu Erkoreka, cuestionaban el estado de alarma y el confinamiento general. También el 17 de marzo, apenas unos días después de iniciado el estado de alarma, la entonces consejera Nekane Murga se mojó con un mensaje de "esperanza" y auguró una "estabilización" de la pandemia aunque lo peor estaba por llegar. Aunque también en primavera se presentaba a Euskadi como uno de los lugares de Europa con mayor capacidad de diagnóstico, ahora se sabe que "al comienzo de la crisis [la capacidad de los laboratorios] era de aproximadamente 1.000 pruebas al día". Actualmente, se pueden realizar más de 10.000 PCR cada jornada (con un coste de 200.000 euros).
elDiario.es/Euskadi reconstruye lo ocurrido en la primera ola en cuatro claves y aporta una quinta sobre la situación actual, en plena segunda ola, a tenor del reciente informe titulado 'Bizi Berri II' y que recoge las pautas de actuación en esta fase de la pandemia casi ocho meses después de su inicio. También se pueden consultar en este enlace más gráficos y mapas explicativos de la situación en Euskadi.
Salud asume que la gestión de las unidades de críticos es el gran "reto" de la crisis. Y no sólo por las complicaciones que genera el Sars-Cov-2 -neumonía bilateral repentina- sino porque "el tiempo medio de estancia" de los pacientes con COVID-19 "multiplica" al de los enfermos con otras patologías. La dotación ordinaria de Osakidetza es "suficiente" para atender la demanda ordinaria y picos como el de la gripe estacional, pero "no lo es para situaciones como la vivida" y "habilitar camas de UCI es un proceso complejo". No se trata solamente de conseguir un equipamiento y material sino "profesionales especializados" que atiendan a los infectados.
Dos días después del primer diagnóstico de coronavirus en Euskadi -28 de febrero- había diez pacientes en cuidados intensivos. Un mes después eran 232, cuando "la capacidad básica a pleno rendimiento" del Servicio Vasco de Salud "era de 221 camas". Osakidetza se felicita de haber elaborado "en febrero" un plan de contingencia con cuatro escenarios. En el escenario 2 ya se preveía ganar camas hasta las 269, en el 3 llegar a 406 y en el 4 disponer de "560 camas" de UCI. Sumados los internos con otras enfermedades, el máximo de ocupación llegó a 304 pacientes, el escenario 3. Nunca se llegaron a habilitar más de 359 puestos, aunque el otro medio centenar de este nivel de alerta estaba "en proceso de habilitación" en caso de necesidad.
Ésta es la lectura general, pero por territorios hay algunos matices. "En Álava y Gipuzkoa no se ha superado el escenario 3. [Pero] Bizkaia, en concreto en el hospital de Cruces, durante tres días se situó en el escenario 4, viéndose obligado a habilitar camas UCI en el gimnasio", se puede leer en el informe. Pese a todo, Osakidetza es clara: "No ha habido ningún paciente COVID-19 que no ingresara por falta de cama ni han faltado equipos de ventilación mecánica en ningún centro". Un dato: el porcentaje de fallecidos entre quienes entraron en intensivos fue del 23,1%. Según el Gobierno vasco, "representan un porcentaje claramente inferior al de otros sistemas de salud", aunque no aporta ni cuáles son ni los datos concretos.
En esta segunda ola, se propone ya diseñar un nuevo plan de contingencia con cinco niveles de alerta y no con cuatro. "En momentos puntuales, centros concretos han alcanzado prácticamente el 100% de su capacidad máxima de ocupación, lo que obliga a la necesidad de elaborar un quinto escenario que permita hacer frente a un rebrote o una crisis de mayor intensidad de la actual", explica Osakidetza. Existe la convicción de que el hecho de que la situación en Álava explotase antes que en Bizkaia y que Gipuzkoa se mantuviera más controlada ha evitado mayores complicaciones, ya que se pudieron derivar recursos entre territorios en momentos de necesidad. En la segunda ola, hasta el momento no se ha superado en ningún caso el escenario 1.
En los primeros 75 días de pandemia -la duración estimada de la primera ola- se atendió en Urgencias a 17.322 personas sintomáticas en las salas de Urgencias. 6.901 acabaron ingresadas, casi el 40%. La media es de 234 visitas diarias, pero es tremendamente engañosa. El 23 de marzo, por ejemplo, fueron 567 y, el 31 de marzo, los que se quedaron hospitalizados no fueron el 40% sino el 58%. Se "tensionaron" estos servicios en unos "límites extremos", apunta el informe.
En cuanto a los servicios de Emergencias (ambulancias), trasladaron a 2.086 personas en marzo y a 4.922 en abril. Hasta 160 al día "que debían ser realizados con la seguridad y la protección exigibles" y con una desinfección de los vehículos tras cada desplazamiento. Las ambulancias para "traslado de infecciosos" pasaron de 3 a 22 pero "en algunos momentos picos de traslados, especialmente al inicio de la crisis" en Vitoria y Álava, "fue preciso reforzar el servicio con taxis profesionales". Se usaron para casos más leves y con personas sin problemas de movilidad. "La experiencia permitió agilizar las altas en los hospitales en unos momentos de gran tensión en la disponibilidad de camas", concluye Osakidetza. Pero añade: "Como aprendizaje, se detecta la necesidad de contar con un plan de contingencia elaborado con mayor antelación".
Desde el 28 de febrero en que una internista de Txagorritxu se convirtió en la 'paciente cero' de la pandemia en Euskadi hasta el 10 de mayo, 2.168 profesionales de Osakidetza contrajeron el Sars-Cov-2 (el 5,6% de la plantilla), aunque el porcentaje de infecciones reales puede ser mucho más alto de la plantilla a la luz de los resultados de algunos estudios serológicos realizados con test rápidos que apuntaban a una cifra más próxima al 10%. 211 acabaron ingresados y 19 en la UCI. Una enfermera de Galdakao falleció. "El conjunto del personal sanitario se ha visto obligado a realizar su labor asistencial en un entorno de temor y preocupación por el contagio hacia ellos mismos y hacia las personas con las que conviven", explica Osakidetza.
Además, a los infectados había que sumar el personal en cuarentena preventiva. En el pico, hasta 2.146 han llegado a estar de baja al mismo tiempo. Eso ocurrió el 1 de abril cuando se acumularon 1.151 casos activos y 995 contactos. Hasta el 20 de abril no se produjo el cambio de tendencia por el cual había más altas que bajas, dos semanas después del pico general en la población. Salud asume que algunos se han contagiado por el uso de materiales defectuosos, como las mascarillas Garry Galaxy: un 1,6% de quienes las portaron se infectó, 127 profesionales. Un 70,8% ha pasado una PCR al menos en una ocasión y un 85% se ha hecho una prueba serológica de anticuerpos.
Las infecciones y bajas obligaron a hacer encaje de bolillos. El punto crítico inicial fue Txagorritxu, en Vitoria, donde la "reasignación" de funciones y las incorporaciones movilizaron a 2.324 profesionales "para reforzar los servicios más afectados" por la COVID-19. En toda la red, en marzo de 2020 se incorporaron 448 personas más que doce meses atrás y, en abril, 1.105. Vacaciones, permisos, reducciones de jornada y otras licencias quedaron suspendidas. Además, 164 opositores sin plaza, 69 alumnos de enfermería, 15 liberados sindicales, 12 sanitarios en cuarentena (trabajando desde sus casas), 17 profesionales externos y 689 residentes se sumaron al dispositivo especial. Esta semana, el lehendakari, Iñigo Urkullu, ha destacado que Osakidetza ha alcanzado en estos meses un máximo histórico de 39.000 personas trabajando. 294 sanitarios han recibido atención psicológica, principalmente "por cuadros de ansiedad y reacción al estrés".
Osakidetza reconoce que se produjo un "colapso" en los suministros de materiales, ya fueran protecciones (EPI) o equipamiento médico. Sonado fue el episodio de la fallida compra de respiradores turcos. "Nos los birlaron", admitió internamente el 'número dos' de Salud, Iñaki Berraondo. A juicio de Osakidetza, China era el principal proveedor y se produjo una "ruptura del mercado" porque la pandemia se originó allí y porque la demanda internacional se disparó en poco tiempo. En Euskadi, las necesidades eran "difícilmente previsibles" y lo ocurrido no tiene "precedente histórico alguno". Se acusa también al Ministerio de Sanidad de generar "confusión" con cambios de criterio. Supuso cierto alivio que la crisis estallara en Álava unos días antes que a nivel general, lo que permitió hacer compras en ese momento. También ha sido útil la colaboración de empresas vascas implantadas en China y con "contactos". El Servicio Vasco de Salud ha aprendido la lección y plantea, por un lado, ir alimentando una "reserva estratégica" de materiales y buscar más "proveedores locales".
Euskadi vivió el pico de la segunda ola a finales de agosto, con máximos de positivos diarios en toda la pandemia. Ahora ha constatado ya la tendencia descendente, aunque plantea mantener la situación de emergencia sanitaria y la aplicación de medidas restrictivas. Plantea "rigor y corresponsabilidad para evitar la vuelta al confinamiento, el colapso sanitario, el coma económico y el aumento de las brechas sociales". Desde el 15 de julio hasta el 29 de septiembre ingresaron en Osakidetza 2.468 personas, el 7,8% de los casos positivos diagnosticados. El pico en la UCI ha sido de 63 personas y ahora, además, existe un escenario 5 "con una disponibilidad máxima de 692 camas". A comienzos de octubre, la tasa de UCI es de 2,56 por cada 100.000 habitantes, por un 6,91 de la Comunidad de Madrid, por ejemplo. Salud sostiene que las características de la segunda ola son "completamente diferentes" a las de la primera por su evolución "mucho más lenta" y por el menor impacto en el sistema sanitario