EL PAÍS: 27 de febrero de 2019. Hospital universitario La Paz. Un paciente registra una reclamación. "[Se solicita] Realización de PET-TAC muy urgente. Lleva un mes de retraso", se lee. Y se describe: "Paciente trasplantado de médula por linfoma (...) Es determinante la realización de la prueba dada la gravedad y el riesgo que corre. Lleva tres años y lo necesita urgente". El aparato que permite realizar ese examen para detectar tumores está estropeado. Así permanece varios días. Como la máquina es de 2004, no es fácil dar con las piezas para repararla. Las penurias que provoca a este paciente son todo un aviso: el 40,5% de los equipos de alta tecnología de los hospitales públicos madrileños tienen más de 10 años, según la consejería de Sanidad, cifra que se eleva al 63% en doce centros de referencia, según una investigación de EL PAÍS basada en los datos de una respuesta parlamentaria.
"Sientes desesperación. Sientes impotencia. ¡Hay que tener en cuenta los riesgos de no saber la extensión tumoral que pueda haber!", se lamenta Jesús, padre del paciente que puso la reclamación. "Nuestra prueba es para confirmar la desaparición [del cáncer], pero las hay de otros pacientes que son críticas, como los internos, los ingresados en planta, a los que no se puede hacer esa prueba de diagnóstico", se queja a la puerta del hospital. "Nos ha producido malestar en todos sentidos", describe, aunque defiende el trabajo y el trato de los médicos. "¡Esto son emergencias de carácter humano y médico!", exclama. "Al indagar, nos han dicho que esta máquina ya lleva tiempo estropeándose con frecuencia, y que algunas piezas ya no existen", remata.
El hospital reconoce que el equipo estuvo parado una semana por un problema con una pieza. Esos pocos días generaron una lista de espera compuesta por decenas de pruebas programadas y no realizadas en tiempo y forma. Detrás de esas citas canceladas empezaron a acumularse los dramas personales.
MIGUEL ÁNGEL MEDINA
Los sindicatos critican duramente la antigüedad de los equipos de la sanidad pública. "Parece una obsolescencia programada de la sanidad en Madrid. Todo se centra en el ahorro en determinadas partidas para externalizar esos servicios y darles los contratos a empresas", explica Julián Ordóñez, secretario de Sanidad de FSP-UGT.
"Hay infinidad de pequeñas incidencias en aparatos de rayos, TAC, resonancias, de laboratorio... que están sin dar un servicio de calidad porque no funcionan", continúa. "Estos problemas suponen un aumento en la listas de espera diagnósticas y la consecuente derivación de los pacientes a los hospitales de gestión privada. Ese es el plan que hay detrás de la sanidad pública madrileña, que los sindicatos intentamos parar".
Andrés Gámiz, portavoz de CC OO en materia de electromedicina, coincide: "Tenemos varios hospitales con equipos muy obsoletos, como La Paz y el Clínico. Por ejemplo, sabemos que hay un equipo de arco de quirófano de reciente adquisición en el Clínico que los neurólogos no quieren usar porque la calidad es ínfima. O sea, que no solo hay el problema de los equipos que tienen muchos años, sino que los equipos que se adquieren no reúnen la calidad necesaria", dice. Gámiz señala que "un equipo de PET TAC de medicina nuclear de La Paz ha estado roto varios días. Es una instrumentación que utiliza material radioactivo, y los equipos fallan. Esto dilata las citas de los pacientes. En pacientes oncológicos es importante el tiempo para hacer las pruebas, y esto suele retrasar las citas".
Fuentes de La Paz confirman que el equipo ha estado sin funcionar una semana, pero ya está en marcha. "También hay una máquina de resonancia en el Clínico con un 'software' anticuado, que limita mucho el tiempo que el paciente pasa en la exploración", añade.
Pacientes que no saben si están enfermos. Enfermos angustiados porque los doctores no pueden decirles cómo evoluciona su enfermedad. Personas a las que los médicos tienen que someter a quimioterapia genérica, como en un caso que adelantó la cadena Ser, porque no les pueden hacer la prueba necesaria para saber qué tipo concreto de tumor tienen, ni cuál es su extensión. Familias enteras que descuentan con desasosiego las horas hasta que se realiza ese examen, se vuelve a cancelar, o se les deriva a otro centro hospitalario de la Comunidad de Madrid.
"Después de un mes de parón, nos han derivado al hospital de Sanchinarro, pero me pregunto: ¿ahora qué me voy a encontrar?", dice Jesús tras un mes de tensiones sin saber cómo evoluciona su hijo.
La duda es legítima, porque La Paz no es una excepción. El progresivo envejecimiento de la tecnología de los centros médicos madrileños queda reflejado en los registros y en las previsiones.
En 2016, el 23% de los equipos de los hospitales públicos españoles tenían más de 10 años, según un estudio de la Federación española de empresas de tecnología sanitaria (FENIN). Entonces, los centros madrileños ya destacaban por tener un 24% de maquinas en esas circunstancias. La cifra ha llegado al 40,5% en 2019 —el 24% tienen menos de cuatro años, según la Comunidad—. Y seguirá estando en el 30% en 2020, según reconocen en la consejería de sanidad —que también destaca que entonces el 34% de los aparatos tendrán menos de cinco años—.
La Administración no oculta el reto que supone la coordinación de las necesidades de los hospitales madrileños. Ni siquiera las inversiones privadas consiguen ganarle el pulso al tiempo: en diciembre, la Comunidad anunció que adquiría 23 equipos de última generación contra el cáncer gracias a la donación de 46,5 millones por la Fundación Amancio Ortega, el fundador del imperio multinacional Zara.
"Aunque no podemos hacer comentarios específicos sobre la Comunidad de Madrid, el perfil de la antigüedad de los equipos en España no cumple con nuestras reglas de oro", explica Barbara Pes, portavoz de la Asociación europea de fabricantes de este tipo de maquinaria (Cocir), que recomienda que en ningún caso haya hospitales en los que el 10% de los equipos tengan más de 10 años (en Madrid se llega al 40%).
EQUIPOS MÉDICOS CON MÁS DE 10 AÑOS DE ANTIGÜEDAD
Hospitales públicos de la Comunidad de Madrid
Fuente: Asamblea de Madrid, en respuesta parlamentaria. EL PAÍS
Falta de inversión
"La raíz de esta situación es la falta de inversión en los últimos años, que ha sido catastrófica", opina José Manuel Freire, diputado del PSOE en la Asamblea de Madrid y exconsejero de Sanidad en el País Vasco. "Mientras que el objetivo mínimo deseable es dedicar el 3% del presupuesto, la inversión ha sido del 0,3% en 2013, 0,22% en 2015, 0,9 en 2016 y 1,8% en 2018; en 2019 (año electoral) supone solo 2,2%, muy escasa teniendo en cuenta la situación de instalaciones, edificios y equipamiento", expone. "La consecuencia es una gran descapitalización y envejecimiento de equipos esenciales para la seguridad y para una medicina de calidad", añade. Y advierte: "Los hospitales de los que tenemos datos muestran un envejecimiento preocupante de equipos esenciales".
"La Comunidad de Madrid realiza la renovación de su equipamiento sanitario por motivos de obsolescencia y de nuevas necesidades asistenciales", discrepa un portavoz de la consejería de Sanidad, que señala que entre 2017 y 2019 se han invertido casi 133 millones de euros en adquirir nuevos equipos. "El control de la obsolescencia se realiza a través de sistemas de gestión de activos, instalaciones y mantenimiento (GMAO) que permiten conocer el rendimiento de los equipos, planificar su mantenimiento, formar a los profesionales que van a utilizarlo y organizar la actividad asistencial de los distintos servicios del hospital", prosigue este interlocutor del gobierno regional. Y remata: "Todos los equipos de la Comunidad de Madrid, independientemente de su año de adquisición, superan controles periódicos de los fabricantes y tienen en vigor los necesarios mantenimientos preventivos y correctivos, que garantizan su funcionamiento".
Pese a eso, también se estropean. En Madrid hay hospitales como el Doce de Octubre con tecnología de 1988, según los datos oficiales del Gobierno recogidos en una respuesta parlamentaria. En el Gregorio Marañón hay un ejemplo de 1989. Y a partir de 1997 empieza a haber decenas de equipos comprados en el siglo pasado en todos los hospitales madrileños. El pico se alcanza en 2008, con casi 100 adquisiciones que ya llevan funcionando una década. Detrás de esas estadísticas, hay dramas humanos. Tensas esperas. Cuando la máquina se estropea, las vidas de los pacientes quedan en suspenso: ninguna prueba despeja las dudas sobre su enfermedad.