EL PAÍS: Alejandro Díaz tiene 51 años. Padece enfermedad renal crónica y ha recibido tratamiento de diálisis desde que cumplió 12 años. Hasta el mes pasado acumulaba tres trasplantes de riñón y estaba en lista de espera para una cuarta intervención. Vive en Las Palmas de Gran Canaria pero, dados los riesgos que presentaba la reiteración operatoria, los médicos decidieron que el cuarto trasplante se realizaría en el Hospital Clínic de Barcelona. La llamada llegó el 23 de marzo. “Fui directo al aeropuerto para coger el primer vuelo”, recuerda. El factor tiempo es crucial porque la funcionalidad del órgano que se va a trasplantar se ve amenazada por una posible lesión por isquemia, directamente relacionada con las condiciones de preservación. Llegó al aeropuerto canario entrada la noche, era sábado, y perdió el último vuelo del día. Acudió al mostrador de Vueling para tratar de asegurarse una plaza en el primer viaje de la madrugada, que le permitía estar en el Hospital Clínic antes del mediodía. Solicitó dos plazas, una para él y otra para su mujer. Era fin de semana de cierre de Carnaval en Maspalomas y la terminal era un trajín. “En el mostrador de Vueling me dijeron que no podía volar porque no había plazas disponibles”, relata, aun convaleciente, desde su habitación del Clínic. “Les expliqué que si no llegaba iba a perder el riñón, pero me respondieron que no podían hacer nada”, abunda.
Alejandro Díaz es el presidente en Canarias de la Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón. En la misma entidad, ocupa también el cargo de secretario de la federación nacional. Dice que en ejercicio de sus cargos, tiene encuentros frecuentes con los responsables del sistema sanitario canario. Tiró de agenda y a las cuatro de la madrugada un avión privado lo recogía para trasladarlo hasta Barcelona. “No me gusta decir que tuve suerte de mis contactos y trato de no aprovecharme de nada, pero parece evidente que fue así”, admite. Destaca que sus opciones para abandonar la isla eran mínimas. “Tenía que viajar en el primer vuelo del día y si Vueling hubiese querido, hubiese podido”, opina. Sin asiento, activó todo cuanto pudo. Probó suerte con Iberia, que le ofreció un vuelo con dos escalas: “demasiado tiempo”, dice. Vueling, mediante un portavoz, manifiesta que la compañía da “prioridad” a una persona que precise de tratamiento médico urgente “siempre que lo pueda demostrar con documentos”. La aerolínea destaca que tiene convenios con la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) para transportar órganos y para facilitar el viaje de los pacientes. La ONT ha confirmado la existencia de tales convenios.
La consejería de Salud canaria informa que tiene un protocolo previsto para aquellos casos en los que una persona residente en la isla necesita ser intervenida en la península. “La consejería asume el coste del vuelo, de las dietas y de la estancia”, manifiesta Vicente Peña, coordinador autonómico de trasplantes. Añade que estos pacientes cuentan con un “billete abierto” para salir volando en cuanto son avisados de que hay un órgano apto para ellos. “Puede ser que haya esa previsión para los trasplantes que son de urgencia vital, como un corazón, pero no para todos los casos”, replica Alejandro Díaz, y añade: “si a mi no me ponen un riñón puedo seguir viviendo, pero enganchado a una máquina”. Hace un mes que vive con su riñón barcelonés y alejado de la diálisis. Este fin de semana le dan el alta.