elDiario.es: Iba a convertir al complejo hospitalario de La Paz en uno de los más punteros de la sanidad pública en cuanto a tratamientos de radioterapia. “Un verdadero reto tecnológico”, como lo denominó la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que iba a suponer “un gran avance para ese 60%” de los 32.000 madrileños con cáncer que necesitan uno de estos tratamientos. Pero desde su presentación, a bombo y platillo a mediados de diciembre de 2021, el primer sistema de radioterapia de precisión molecular guiada por resonancia magnética (RM-Linac), solo ha tratado a 14 pacientes.
La máquina, que supuso una inversión de nueve millones de euros, que donó la Fundación Amancio Ortega, está instalada en el Hospital Carlos III, que forma parte de La Paz, e incorpora un sistema que permite mejorar la calidad de la imagen para ver los tumores y adaptarlo en tiempo real al tratamiento. Según indicó Díaz Ayuso, permitirá abordar esos casos “de manera mucho menos traumática y más veloz”.
Desde la Consejería de Sanidad han confirmado a este diario que “desde su inauguración hace un año se han realizado 148 sesiones a un total de 14 pacientes y 15 sesiones de simulación”. Un técnico del servicio de oncología radioterápica del hospital público, que prefiere mantener el anonimato, ha explicado a esta redacción que cada paciente requiere un número determinado de sesiones pero ha aclarado que “se podría haber sacado mucho más rendimiento, porque tenían personal cualificado y la maquina funciona perfectamente”.
Con los datos de la Consejería, la máquina no había estado en funcionamiento ni uno de cada dos días. “Se trata de un equipo muy sofisticado que requiere de personal muy cualificado, con una formación específica, al trabajar con un equipo que no existe en ningún otro centro de España. La curva de aprendizaje para el uso de este equipo es de aproximadamente dos años, de acuerdo con los estándares establecidos en la última reunión mundial celebrada en Suiza”, señalaban estas fuentes.
Otras fuentes consultadas por este medio apuntan que esas 13 personas son “muy pocas” y desde Comisiones Obreras hablan de “infrautilización”. “No se pueden tener sin utilizar inversiones de este calibre, que suponen una adaptaciones que son muy caras”, lamentan desde la organización. En concreto, el mantenimiento de este equipo cuesta al año más de 250.000 euros.
Desde la Consejería justifican que “las indicaciones de los pacientes que pueden ser tratados con este equipo son muy concretas y hay bastantes limitaciones técnicas y anatómicas”. “Aquí se tratan una serie de patologías, pero es verdad que se pueden tratar muchas más, desde luego se podía haber sacado mucho más rendimiento”, apuntan otras fuentes. La empresa Elekta indica en su web que la máquina “se usa actualmente para tratar una amplia variedad de indicaciones (más de 40) como próstata, hígado, recto, páncreas y ganglios linfáticos”.
El hospital Sacro Cuore Don Calabria, en Verona, Italia, donde se formó personal para La Paz en el uso de este equipo, es uno de los primeros del sur de Europa en contar con uno de estos equipos de última tecnología. El propio centro señala que “en poco menos de un año” desde su puesta en marca, se realizaron más de mil tratamientos a ciento sesenta pacientes, con “resultados terapéuticos positivos y una buena calidad de vida durante los tratamientos, incluso para el menor número de sesiones necesarias”.
Esta infrautilización de un equipo pionero, que sirvió para que Isabel Díaz Ayuso saque pecho por “la colaboración público-privada”, coincide con una situación de riesgos psicosociales en el servicio, según han denunciado desde Comisiones Obreras. “Desde el sindicato reclamamos una intervención efectiva porque hace tiempo que la dirección de Recursos Humanos y la gerencia tiene constancia de lo que ocurre”, han señalado estas fuentes, que apuntan al abandono o la baja de un “elevado número de profesionales del servicio”.
“Tenemos muy buena maquinaria, pero de nada sirve tener las mejores máquinas cuando el personal está psicológicamente muy mal”, lamenta este trabajador.