PÚBLICO: Los trabajadores del Hospital Universitario La Paz denuncian que el único acelerador lineal con resonancia magnética de España, donado por la Fundación Amancio Ortega al hospital madrileño, para tratamientos de radioterapia está "completamente desaprovechado". En total, cinco sanitarios han salido de su puesto en el manejo del acelerador por conflictos laborales con la dirección del centro, mientras que hasta ocho se han dado de baja por la tensa situación y motivos de organización.
El aparato permite tratar 40 tipos de cáncer bajo un mecanismo especializado que reduce el daño al resto de tejidos, pero sólo registraron el año pasado 12 pacientes frente a los 160 del hospital Sacro Cuore de Verona (Italia) en su primer año operativo o los 390 del hospital Severance de Corea del Sur.
Los sanitarios de la Paz critican que se trata de una gestión "preocupante". Señalan que el número de pacientes que lo necesitan es mucho mayor al que está teniendo acceso al tratamiento y piden actuar de inmediato: "El cáncer es un asunto que nos toca a todos, de una forma u otra". Además, ponen el foco en los más de 500.000 euros anuales de mantenimiento, que se suman a los nueve millones que el aparato costó.
Desde Comisiones Obreras (CCOO) aseguran que el principal problema del acelerador es la falta de profesionales disponibles para hacerlo funcionar. Explican que, tras ser inaugurado por Isabel Díaz Ayuso, estuvo "varios meses parado" porque se apartó a los dos profesionales que se habían formado en el extranjero para poder manejarlo, el doctor Luis Fuertes y la radiofísica Eva Corredoira, por "enfrentamientos personales".
Posteriormente, se fueron otros tres radiofísicos de los 12 que hay en ese servicio. Mientras que en Oncología Radioterápica, ocho técnicos de 24 han tenido bajas médicas de entre 140 y 380 días por "situaciones relacionadas con la organización del trabajo".
El MR-Linac, ubicado en el complejo de La Paz, genera imágenes de resonancia magnética para ajustar la irradiación a la forma exacta y posición del tumor, que puede variar en cada sesión, minimizando así las dosis y con una precisión sin precedentes. Su fabricante sueco, Elekta, cifra el potencial en 10-15 pacientes diarios, en sesiones de entre 30 y 60 minutos que permiten reducir la duración del tratamiento de varias semanas a, por ejemplo, cinco sesiones, en función del tumor.
En órganos como el hígado o el páncreas, y otros en movimiento como el pulmón, permite distinguir el tumor de los tejidos sanos. También se emplea en la próstata, recto, pecho, linfomas, cerebro, cabeza, cuello e incluso en tumores pequeños para tratar metástasis. Se necesita "un médico, un físico y uno o dos técnicos en radiología" para manejarlo, informa Elekta, que tiene 50 unidades operativas en el mundo.