EL PAÍS: Dos taxis llegaban a la sede de la Consejería de Sanidad de Madrid, en la calle de Aduana, pasadas las nueve de la mañanade ayer lunes. En los maleteros, 11 cajas repletas de hojas de firmas, con nombre, apellido y DNI. En total, según un recuento que acabó ayer por la noche, 368.108 adhesiones a la petición para que el hospital de La Princesa siga siendo lo que es: un hospital general, con urgencias, que atienda a población adulta de cualquier edad y mantenga su docencia y su investigación intactas.
“No vamos a parar”, contestaba María Luisa Bailez, una de las representantes de los trabajadores, a si acaba aquí la recogida de firmas. “Cuando ellos paren, pararemos nosotros”. Los encargados de recopilar las adhesiones y llevarlas a la consejería fueron los delegados de los cinco sindicatos presentes en la mesa sectorial, en su nombre y en el de la plataforma de usuarios del hospital.
Hasta ahora, en la movilización de La Princesa no habían aparecido siglas, pese a que los sindicatos llevan desde el primer día ofreciendo apoyo logístico y participando en el encierro. La protesta dura ya 17 días. “Estamos muy cansados, agotados, pero la fuerza de la gente que apoya el futuro de La Princesa nos da fuerza”, decía Bailez.
A la puerta de la consejería se ha oído este diálogo:
- Somos cinco para entregar las firmas.
- Solo puede entrar uno.
- ¿Y los medios podemos entrar?
- No.
Bailez ha entregado las cajas y ha pasado por registro la petición, que asegura: “Le trasladamos [al consejero] la oposición frontal de todos los agentes implicados en la reconversión del hospital Universitario de La Princesa a su transformación, fuere cual fuere. Hablamos pues de los profesionales y vecinos, así como de la Universidad Autónoma de Madrid, que ha recordado que es un centro de referencia también en docencia cuya transformación creará un enorme perjuicio a pacientes, profesionales y estudiantes”.
Algunos pacientes se han acercado a apoyar la entrega de firmas. Sergio Beteré, de 25 años, paciente de fibrosis quística, fue el que puso en marcha la recogida online. “Me enteré por mi doctora de lo que querían hacer y me puse en marcha. Teníamos que movernos y luchar por nuestra causa”, ha asegurado, para explicar lo que supone para él tener que dejar de ser atendido en La Princesa: “Perder seis años de experiencia de la doctora conmigo y que, si entro en crisis, otra persona no sepa cómo tratarme”.
José María Heredia, de 82 años, y su mujer, Guillermina Landeras, de 78, también han estado frente a la vonsejería. “Hemos estado en todas las protestas, mañana y tarde. Hay muchos hospitales en Madrid con plantas vacías. Que hagan el geriátrico en otro sitio”, proponía Heredia.