elDiario.es: Este final de la semana ha sido movido para cualquiera que se dedique a la información y, no te voy a engañar, también un poco desagradable. Así que voy a utilizar este boletín –con tu permiso– para hacer un cariño a las buenas noticias. Rescato tres que me han dado oxígeno, esperanza y alegría.
Este grupo de amigos y amigas, todos médicos de familia recién salidos del MIR, se ha puesto de acuerdo para salvar a un centro de salud al que nadie quería ir en Vallecas (Madrid). Todos se había formado en diferentes destinos de la zona y sabían que el Vicente Soldevilla estaba mal. Las plazas de tarde permanecían desiertas tras una cascada de bajas por la sobrecarga. El último médico había renunciado en enero.
Podemos debatir sobre si está bien dejar al sistema sanitario público de un barrio humilde a merced de que seis médicos se propongan reflotarlo, pero la historia habla de muchas cosas: de la precariedad, de cómo no hay una respuesta institucional suficiente y del compromiso con lo público de los que hoy se forman y mañana nos atenderán. Lo peor es que lo del Vicente Soldevilla no es una excepción. Ojalá solo pasara aquí.
La otra historia esperanzadora viene con esta entrevista que hice a María Casanova-Acebes, la jefa del grupo de inmunidad del cáncer del Centro de Investigaciones Oncológicas (CNIO). La semana pasada un grupo muy top de investigadores se reunió en Madrid para poner en común lo que se sabe y lo que todavía no de la terapia avanzada más prometedora contra la enfermedad: la inmunoterapia.
Nos contaba que este tratamiento, que combate las células tumorales poniendo al sistema inmunitario a trabajar, es casi un perfecto desconocido para la ciencia. Lo compara con un iceberg: la punta es lo que se ha llegado a entender. El resto, está por explorar, así que todavía estamos muy lejos de que la terapia haya llegado a su máximo potencial.
Sin embargo, lo que ya se ha conseguido con algunos pacientes es espectacular. Por ejemplo, personas con melanoma con un pronóstico de vida de tres a cinco años se han curado completamente, cuenta la investigadora. Y se está avanzando en su aplicación en cáncer de pulmón, de mama o de cuello y cabeza. ¿Una revolución que solo ha enseñado la patita? Aquí está la entrevista completa.
Para revolución la que empezó en 2015 para tratar la hepatitis C. Es la tercera historia de la que me gustaría hablarte esta semana. No sé si sabes que España está en una posición privilegiada para acabar con el virus de la hepatitis C porque desde hace casi una década tiene cura. Personas con el virus activo se recuperan rápido y sin secuelas gracias a unos antivirales muy buenos. Son carísimos y los enfermos tuvieron que pelearse con el sistema público para tener acceso a ellos. Pero falta dar un último paso: encontrar a 20.000 personas que lo tienen, según las estimaciones, y probablemente no lo sepan.