EL PAÍS: Es miércoles 3 de julio. Ha pasado una semana desde que se produjo la agresión a 16 médicos en el paritorio del Hospital de Terrassa (Vallès Occidental, Barcelona) por un parto con complicaciones vitales. Un corro de tres personas burla a las puertas del centro la prohibición de fumar. “Yo soy el padre y entro con una escopeta”, comenta uno de ellos. Una señora de mediana edad también empatiza con la familia que perdió días más tarde al bebé en el Hospital Parc Taulí (Sabadell), donde fue trasladado: “¿Sabes cómo tiene que estar la madre? Es lo peor que te puede pasar”, dice mientras pisa el cigarrillo. Los ataques al personal sanitario son cada vez más frecuentes en Cataluña. La comunidad autónoma lidera la lista de agresiones en España, con casi el 40% de todos los casos (295).
Los decibelios también subieron el día anterior tras la muerte de un hombre en la UCI de Terrassa. “En Urgencias siempre tienen problemas. Los que trabajamos en planta estamos mucho más tranquilos”, cuenta a EL PAÍS un médico a las afueras del centro. Según los últimos datos publicados en 2023 por la Organización Médica Colegial de España (OMC), en Cataluña se registraron 295 agresiones a personal sanitario. Aunque la cifra puede ser más alta porque no todos los profesionales denuncian. Le siguen Andalucía (124) y la Comunidad de Madrid (70). El mismo informe refleja que 2023 fue el segundo año con más altercados a escala nacional, con 769, por detrás de 2022, cuando se denunciaron 843 agresione
Aunque afirma que estas agresiones son hechos aislados, Porta pide una profunda reflexión para que pacientes y familiares no culpen al médico de todos los males. “No sé si tendremos que poner control de acceso como en los aeropuertos, pero tenemos que tomar medidas para todos los departamentos y que no se olviden en dos días”, resalta el doctor, quien enfatiza que la sala de partos de un hospital es una de las áreas de mayor conflicto.
Los sanitarios no son los únicos que reciben agresiones. El personal administrativo son quienes tratan de apaciguar a pacientes aquejados por un diagnóstico no compartido, el tiempo de espera o una presunta atención médica deficiente. Situaciones que pueden acabar en un ataque físico. “Ellos son quienes más se exponen a los insultos y enfados. Aunque lo de Terrassa es un hecho aislado, hemos observado un cambio social. Ahora, la gente es más exigente y hacen reclamaciones con tintes amenazantes”, afirma Porta.
La creciente crispación de la ciudadanía preocupa a todo el sector. Según los datos recogidos por la Unidad Integral de Violencia contra el Médico del Colegio de Médicos de Barcelona, que ofrece atención a los médicos agredidos, personal administrativo y auxiliar, alrededor de 60 profesionales denuncian cada año algún tipo de violencia verbal o física. Es por ello que reclaman al Departamento de Salud una recopilación clara de los datos y un protocolo a seguir, dentro del recién creado Observatorio para situaciones de violencia.
El presidente del Colegio de Médicos de Barcelona, Jaume Padrós, destaca que no hay una metodología que indique qué se considera agresión. “¿Tengo que denunciar si me llaman capullo o no? Debe haber un consenso para delimitar cómo actuar porque sí se percibe que la gente una menor tolerancia a la frustración desde la pandemia”, ejemplifica Padrós, quien pide que el Código Civil contemple como agresión los daños materiales que se puedan producir, como el destrozo de ordenadores o de aparatos médicos.
Tras los episodios violentos en Terrassa y Girona, el departamento de Salud, que encabeza Manuel Balcells, anunció el jueves la ampliación a estos centros hospitalarios del botón del pánico para aliviar la sensación de inseguridad entre los profesionales sanitarios. Es el mismo mecanismo que ya está funcionando en los centros catalanes de atención primaria y en otras comunidades como el País Vasco. Además, se permitirá que las cámaras de seguridad graben el sonido de las salas que se requieran, se formará al personal sanitario con “cursos de contención en situaciones de crisis” y se dará apoyo médico, psicológico y legal a los afectados.
Padrós ejerce la medicina desde hace 42 años. Ha aprendido a evitar “situaciones de riesgo” y cree que las medidas actuales no son suficientes para dejar atrás una violencia que se extiende a otros ámbitos. “En la Educación también vemos que los conflictos entre profesores, padres y alumnos va en aumento. La sociedad debe reflexionar sobre esta tendencia que afecta a todas las edades. No podemos tener un policía en todos los departamentos. Es un despropósito”, concluye el doctor.
Los Mossos realizarán una auditoría de seguridad en el Hospital Trueta de Girona. Esta es una de las actuaciones que se han puesto sobre la mesa en la reunión que tuvieron la semana pasada la dirección del centro, el Departamento de Salud y los Mossos, después de la entrada violenta en urgencias por parte de familiares de dos heridos en un tiroteo. Los policías evaluarán los sistemas de seguridad del hospital, como los sistemas de control de accesos, las cámaras de vigilancia, o los botones del pánico.
Además, se implementará la formación de los sanitarios para detectar y prevenir situaciones de violencia, donde se hará especial hincapié en la necesidad de denunciar las agresiones. Es una de las líneas de trabajo a las que se comprometió en la noche de Sant Joan, el día del incidente violento, el conseller de Salud, Manel Balcells.
Los sanitarios agredidos están recibiendo apoyo psicológico, tanto en sesiones individuales como grupales, desde la misma semana de los hechos. El cemtro afirmó que la seguridad de sus trabajadores es su máxima prioridad. Los Mossos, por su parte, repiten que investigan lo ocurrido,sin que hasta el momento hayan detenido a nadie.